30 may 2011

Entrevista: Hablar de Leonora


Después del Premio Biblioteca Breve 2011 que obtuvo con Leonora, novela basada en la vida de la pintora inglesa Leonora Carrington, Elena Poniatowska recibió el doctorado Honoris causa por la Universidad de París 8:El premio –dice– es para las mujeres de Juárez, las mujeres que trabajan: las taquilleras del Metro, las jardineras, las mujeres que hacen trabajos manuales.” Leonora narra la vida de una mujer que transgredió todas las reglas; igual que Poniatowska es una figura esencial en la vida cultural de México. Escrita en orden cronológico a partir de largas conversaciones sostenidas con su amiga, la novela muestra el mundo celta en la obra de Carrington. Más que los surrealistas, en ella son más importantes los relatos celtas que le contaba su nana Mary Kavanaugh, según la escritora pro-cedente, como Carrington, de una familia europea conservadora. Como ella, hizo de México su patria. Elena Poniatowska ¿se reescribe a sí misma en esta novela? ¿Hasta qué punto estas coincidencias le permitieron a la escritora transformar en ficción la vida de Leonora?

Hablar de Leonora

Adriana Cortés

Con Elena Poniatowska


–¿Tu vida y la de Leonora Carrington se miran en un mismo espejo?

–Con Tina Modotti para mí era imposible identificarme. El mundo de Leonora es para mí totalmente comprensible. Mi papá fue un soldado en la segunda guerra mundial. No fue el dueño de un gran emporio ni tuvimos la fortuna de los Carrington pero sí el tipo de vida: las buenas maneras, el té de las cinco, tener intermediarios entre los niños y los adultos. Lo que me pareció muy sorprendente fue su rebeldía, su audacia.

–Pero tú también has sido rebelde...

–Yo creo que he sido muy dócil toda la vida. Soy rebelde cuando escribo, pero lo que escribo no responde a mi vida. Finalmente llevo una vida dentro de las normas. No soy convencional, pero creo que lo soy muchísimo más que Leonora. Además, ella tiene una fe absoluta en sí misma. Si yo hubiera tenido más fe en mí misma hubiera sido escritora desde el primer momento, y fui periodista. He hecho preguntas toda mi vida porque finalmente no tenía ni una sola respuesta, y además porque no tuve una formación académica ni universitaria que es una de las cosas que más extraño en mi vida. Si hubiera ido a la universidad tendría una metodología que no tengo; todo lo que hago me cuesta el triple de trabajo. Seguí cronológicamente la vida de Leonora pero no tenía la menor idea de cómo iba a acabar. La terminé con una muchacha mucho más joven, Pepita, que la va a entrevistar porque la admira.

–Max Ernst le descubre a Leonora el mundo del arte...

–Sobre todo la pintura, además de que le descubre el amor, fue su amante. Max Ernst liberó en ella muchísimas fuerzas que no habrían salido si Leonora no hubiera vivido con él, pero ella pinta sus cuentos celtas.

–¿Quién te descubre a ti el mundo de la literatura?

–Yo creo que cuando empecé a leer en el Liceo –¿quieres azúcar para tu té?– Empecé a leer a los escritores católicos: Diario de un cura de campaña, leí a Claudel, a Péguy, a los poetas, a Jacques Maritain, pero la literatura mexicana la leí cuando empecé a entrevistar. A Rulfo, cuando publicó El Llano en llamas. Era un Rulfo gordito y siempre fue serio.

in memoriam

Leonora Carrington
(1917-2011)

–¿Y Alberto Beltrán, grabador y dibujante?

–Él sí para que veas me abrió un mundo, aunque antes me lo habían abierto las muchachas en mi casa. Él me abrió el mundo del México más pobre, porque salía los domingos con él y mi hijo Mane que ya había nacido, a ver lo que hace la gente más pobre los domingos. Y luego un preso en Lecumberri que se llamaba Jesús Sánchez García me escribió que había una obra de teatro que quería que yo fuera a verla, así que entré al mundo de la cárcel cuando era súper joven. Fue antes de cumplir los treinta años. Usar zapatos de plan quinquenal, andar en autobuses de arriba para abajo: todo eso me metió a un mundo al cual seguramente no habría entrado sin Alberto Beltrán; él tenía más prejuicios contra mí que los que yo podía tener contra él, porque yo soy una gente que no está en la realidad, no veo las cosas tal como son. Para a mí era más fácil lanzarme, a pesar de todos los prejuicios, que para él aceptar mi modo de vida y el hecho de tener todo un árbol genealógico de familia.

–Alberto Ruy Sánchez dice que Leonora es una novela sobre el amor. Leonora se enamora de quien quiere, no de quien sus padres quieren que se enamore. ¿Tú y ella cruzan como Alicia en el país de las maravillas –libro de Lewis Carroll multicitado en Leonora– al otro lado del espejo?

–Pero yo creo que Leonora se lanzó mucho más que yo, porque ella no quería quedar bien con nadie y yo no quería fallarle a mis papás. Yo fui muchísimo más clandestina que Leonora. Juan Soriano decía que todas las mujeres tienen en su vida, como Lady Chatterley, un guardabosques.

–A mí me da la impresión de que tú sí has alcanzado la felicidad.

–Leonora se lanzó sola a Nueva York, a Canadá, a Irlanda, a Inglaterra con los hijos. Yo me lancé a hacer periodismo, a viajar como periodista, pero lo hacía mucho en contra de mí misma. Me he obligado a hacer una serie de cosas que no eran lo mío.


Foto: Roberto García Ortíz/
archivo La Jornada

–¿Así lo crees?

–Por lo menos así lo creo pero también lo veo. Por ejemplo, por inseguridad, toda la vida utilicé las muletas del periodismo. Y decía: Guillermo, mi marido dice. Carlos Monsiváis dice. A mí me decían: “Bueno, Elena, y tú ¿qué dices?”

–¿Cuándo encontraste tu propia voz?

–Aún no la encuentro. Bueno, tengo un libro súper triste que tengo guardado. Todo lo que digo allí es mío totalmente. Es un librito chiquito que no llega ni a las cien páginas. No es novela, son las cosas que yo sentía en determinado momento.

–Siguiendo con las semejanzas entre la vida de Leonora y la tuya, hay un capítulo tristísimo en la novela: cuando le suministran Cardiazol en el manicomio a donde es enviada con la autorización de su padre. Recuerdo que alguna vez manifestaste tu temor a la locura, ¿por qué?

–Sí, porque una empieza a girar y a no saber por dónde está la salida. ¿Tú nunca has tenido miedo a la locura?

–Yo creo que la locura hay que vivirla, pero yo te estoy entrevistando... Me parece terrible que su padre haya dado su aprobación para meterla al manicomio.

–El papá la quería mandar a África en vez de decir: “Tráiganme a mi hija para que yo la abrace.” Otro papá hubiera corrido a Santander, donde estaba, para sacarla de allí.

–Pero eran ingleses, era otro tipo de educación.

–Además los papás persiguieron a Max Ernst, lo denunciaban, eso no lo pongo en la novela.

–Creo que la presencia del padre es muy fuerte en la novela, al principio aparece físicamente y después como una sombra que persigue a Leonora.

–Lo que es muy sorprendente es que cuando tiene su primer hijo le pone Harold: el nombre de su papá. Todo mundo le dice: “¿Pero si te desheredó?” Y ella: “Se va a llamar como mi papá.”

–Parecería que el destino de Leonora es el de Casandra. En la novela dice que en su familia decían que veía visiones. ¿Tú te identificas con Casandra o con Antígona?

–Creo que todas las mujeres somos un poco víctimas. Cuando no somos víctimas de nuestra familia somos víctimas de un orden social que nos victimiza. Rosario Castellanos fue víctima de la soledad, del abandono de su marido, de que no supo imponerse a una sociedad muy cerrada que es la chiapaneca. Incluso cuando vino a México estuvo muchísimos meses en un sanatorio porque adquirió tuberculosis. Creo que Elena Garro en cierta manera se victimizó a sí misma, tenía complejo de persecución y pensaba que todo lo que le sucedía era culpa de los demás. También yo soy un poco el resultado de mi inseguridad que me hizo siempre recurrir al periodismo.

–¿El periodismo bien escrito es un género literario?

–Te suelta la mano. No estás sentada esperando al ángel que te va a lanzar a escribir. Tienes que entregar, tratas de que esté lo mejor posible, pero si no está lo óptimo por lo menos ya lo hiciste.

Leonora es una mezcla de crónica y ficción; está allí tu ojo periodístico en el retrato que haces del México de los cincuenta hasta el de fines del siglo XX. Hay una serie de personajes, amigos de Leonora en México, a donde llega con Renato Leduc. ¿Conociste a Kati Horna?

–Quise mucho a Kati Horna. Era para mí mucho más cercana que Leonora quien tenía un ojo muy crítico. Yo coincidí con Kati varias veces porque era fotógrafa. A veces yo hacía el reportaje y ella la fotografía. Luego me pedía que posara, porque le servía para estar en algunas revistas de la época, en Mujeres, que dirigía Magdalena Mondragón. Me tomó muchas fotos. Kati se mataba de trabajo, tanto que a veces le faltaba el rollo en su cámara porque del cansancio se le había olvidado ponerlo.

–Leonora tiene una gran afinidad, en la novela, con Laurette Sejourné, ¿tú la conociste?

–Era esposa de Arnaldo Orfila. La conocí por la editorial Siglo XXI; escribía sus libros de antropología pero no la traté mucho. También vi Un hogar sólido, de Elena Garro y vi cómo estaba contento Octavio Paz por el triunfo de su mujer. Las funciones eran en los teatros del Seguro Social.

–En la efervescencia cultural de los años cincuenta incluyes la galería de Inés Amor, tu pariente por el lado materno, quien impulsó el arte de Leonora.

–Impulsó a muchísimos pintores en su galería. Pero el que más la ayudó fue Edward James, excéntrico, creativo, inglés, multimillonario. Nunca destruyó el mito de que era el hijo de Eduardo VII de Inglaterra, no se sabe, pero le convenía el rumor.

–¿Es verdad o ficción que llegaba a la casa de Leonora con boas y animales excéntricos?

–Todo eso es verdad.

–Viviste de manera muy intensa el ’68, movimiento en el que participaron los hijos de Leonora: Gabriel y Pablo Weisz. Citas una frase de José Alvarado: “Había belleza y luz en las almas de los muchachos muertos [...] Querían hacer de México morada de justicia y verdad, la libertad, el pan y el alfabeto para los oprimidos y olvidados.”

–Los hijos participaron mucho menos que en la novela. Por el miedo a esta participación y porque Elena Garro empezó a denunciar a todos los intelectuales –por venganza personal o porque Octavio Paz los quería– a Leonora le entró un miedo espantoso y salió de México.

–Cuarenta y tres años después del ’68 muchísimos jóvenes son asesinados.

–Yo creo que nuestra situación ahora es mucho peor que la del 68. El número de desaparecidos y de muertos es enorme.

–A lo largo de la novela percibo tu voz. Por ejemplo, en esta frase: “Cuántos actos en contra de sí mismo comete este país. Ahora todo es polvo.”

–Es algo que a mí me sale bien espontáneo decirlo.

–En la presentación de Leonora, en Bellas Artes, un hombre de barba larga se levantó entre el público para decirte que recordaba cómo ibas a la cárcel a entrevistar a los presos durante el ’68. ¿Quién es?

–Martín Dosal: un estudiante que a raíz del ’68 estuvo preso. Fue compañero de celda de José Revueltas, incluso creo que le dio manuscritos regalados que autografió. Cuando se murió Revueltas, Víctor Bravo Ahuja, que era el secretario de Educación Pública, se presentó al entierro y Martín Dosal se puso más altito sobre una tumba y le dijo: “¿No entiende, señor, que no lo queremos aquí?” Bravo Ahuja estaba con sus guardaespaldas y se hizo pato. Dosal repitió: “No lo queremos aquí.” Me pareció un acto de valentía.

–¿Cómo es Leonora?

–Tiene mucho sentido del humor y mucha capacidad para encontrarle a los demás su estupidez. Simplemente no quiere hablar con nadie que no le pueda dar ninguna respuesta.

–Leonora en la novela siempre recuerda a Tártaro, su caballo de madera, al que destruye su padre por considerar que ya no era una niña para jugar con él, y se identifica con un caballo indomable, ¿es una metáfora?

–En la novela está súper exagerado pero es verdad. También creo que los padres fueron menos severos y distantes de lo que yo pongo allí.

–Su pasión era la alquimia. ¿Entiende la muerte como una transfiguración?

–Creo que sí tiene miedo a la muerte. Yo también, nunca sabemos qué hay, uno puede pensar que va a estar con sus seres queridos.

–O que existe el cielo y el infierno.

–Pero después de Darwin es bien difícil pensar eso.


9 may 2011

Galileo Galilei: Isaac Asimov Momentos estelares de la ciencia:


Isaac Asimov Momentos estelares de la ciencia
Galileo Galilei


Lee con atención la siguiente información. En cada pregunta encontrarás los enlaces a consultar.
Cada respuesta acompañala por lo menos de una imágen.

Lentamente, el anciano se postró de rodillas ante los jueces de la Inquisición. Con la cabeza inclinada hacia adelante, recitó con voz cansina la fórmula de rigor: negó que el Sol fuese el centro del universo y admitió que había sido un error enseñarlo así; negó que la Tierra girara en torno a su eje y alrededor del Sol, y admitió que había sido un error enseñarlo así.
Aquel día, el 22 de junio de 1633, los clérigos que formaban el tribunal de la Inquisición en Roma sintieron que habían conseguido una victoria. Galileo Galilei, a sus sesenta y nueve años, era el científico más renombrado de Europa y famoso también por sus escritos, que exponían claramente sus ideas y ridiculizaban de manera eficaz a sus oponentes.

1. ¿Explica detalladamente qué es la Santa Inquisición, quién la constituye, qué función tenía, contexto histórico? Incluye: Origen, Tres formas de la Inquisición (Episcopal, Pontificia y Española), Contexto histórico.

Ahora le habían obligado a confesar que estaba equivocado. La Inquisición, temerosa de su fama, le había dispensado un trato cortés y le dejaba que volviera a Florencia, donde pasó los ocho últimos años de su vida, dedicado a problemas alejados de toda polémica. No volvió a importunar a la Iglesia con ideas heréticas. El 8 de enero de 1642 murió.
Galileo (universalmente se le conoce por su nombre de pila) nació en Pisa, el 15 de febrero de 1564. Desde el principio dio pruebas de un amplísimo círculo de intereses creativos, y siendo niño mostró ya una habilidad inusitada en el diseño de juguetes. De mayor tocaba el órgano y el laúd, escribió canciones, poemas y crítica literaria, e incluso destacó como pintor. Los primeros años de escuela, en un monasterio de Florencia, le dejaron una sensación de vaga infelicidad; su padre quería que fuese médico, pero la desazón de Galileo aumentó aún más cuando en 1581 fue a la Universidad de Pisa a estudiar Medicina.

2. ¿Qué es el Laúd?


En Pisa empezaron a interesarle otras cuestiones. Durante la misa en la catedral observó cómo las grandes lámparas oscilaban movidas por las corrientes de aire; unas veces lo hacían en grandes arcos, otras en arcos menores. La cosa no tenía nada de particular, pero Galileo, que por entonces contaba diecisiete años, observó algo que los demás no habían visto.Se tomó el pulso y empezó a contar: tantas pulsaciones para una oscilación amplia y rápida, tantas otras para una pequeña y lenta. Lo curioso era que el número de pulsaciones era igual en ambos casos. Galileo había descubierto la ley del péndulo.


3. ¿Explica qué es la Ley del péndulo que descubre Galileo?




Ahora bien, si el péndulo oscilaba con perfecta constancia y, por así decirlo, dividía el tiempo en pequeños fragmentos iguales, entonces constituía un método nuevo y revolucionario de medir el tiempo. Galileo había utilizado el pulso para cronometrar un péndulo; por consiguiente, también podía utilizarse el péndulo para
medir el pulso humano.
Galileo comunicó el hallazgo a sus profesores.

4. ¿Cuáles son los estudios que realizó Galileo y en que universidades? Incluye una breve historia de las mismas.



Galileo nunca llegó a obtener el título de médico. No tenía dinero bastante para
proseguir sus estudios. Pero la verdadera razón era probablemente su falta de interés. Por casualidad asistió a una clase de geometría y descubrió que lo que realmente le importaba eran las matemáticas y la física, no la medicina.
Así que marchó a Florencia, se buscó un mecenas y empezó a estudiar el
comportamiento de objetos que flotan en el agua. El trabajo en el que describía sus conclusiones era de tan buena factura que le convirtió en una «joven promesa» dentro del mundo académico de Italia. Cuando regresó a Pisa, en 1588, lo hizo como profesor de Aristóteles pensaba (dos mil años antes) que la velocidad con que cae un cuerpo era proporcional a su peso, y desde entonces los sabios habían acatado la idea; las plumas caen muy lentamente, así que ¿por qué no dar crédito a lo que prueban los ojos?

5. Investiga:

a) Cuál es la teoría de la caída de los cuerpos, según Aristóteles, y su relación con la velocidad.




b) Breve biografía de Aristóteles.



http://sobrehistoria.com/biografia-de-aristoteles/





Galileo pensaba que la resistencia del aire podía influir en el sentido de retardar la caída de los cuerpos ligeros que tienen gran superficie. Cuenta la leyenda que, para demostrarlo, subió a lo alto de la torre inclinada de Pisa con dos bolas de cañón de igual tamaño, una de hierro fundido y otra de madera; la primera era diez veces más pesada que la segunda. Si Aristóteles (y los profesores de Pisa) tenían razón, la bola de hierro debía caer diez veces más deprisa que la de madera. ¿Sería así? Abajo (prosigue le leyenda) se congregó una gran muchedumbre para observar el resultado.
Galileo dejó cuidadosamente caer las dos bolas al mismo tiempo por encima de la
barandilla. ¡Zas! Las dos golpearon contra el suelo a una.

6. Explica detalladamente la teoría y experimento de la Caída de los cuerpos según Galileo.


http://www.phy6.org/stargaze/Mfall.htm

Difícilmente se podría haber rebatido a Aristóteles de una manera más drástica. Galileo, a sus veintisiete años, había destronado la autoridad (y también la dignidad de sus colegas universitarios). Tuvo que abandonar Pisa, pero en la Universidad de Padua le aguardaba un empleo mejor y también la verdadera gloria de su vida.
Rumores llegados de Holanda hablaban de un tubo con lentes que hacía que los
objetos distantes parecieran estar al alcance de la mano. El gobierno holandés había estampado el sello de secreto militar sobre el invento pero aún así Galileo empezó a elucubrar acerca de cómo podría funcionar el aparato.

7. ¿Cuál fue el descubrimiento realizado en Holanda y por quién, en el que se apoya Galileo para la construcción del telescopio? Explica con detalle e incluye la biografía del autor.

http://www.ojocientifico.com/2010/11/08/%C2%BFquien-invento-el-telescopio

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/lippershey.htm




En el plazo de seis meses diseñó y construyó un telescopio (después construyó muchos otros que se difundieron por toda Europa). Hizo una demostración pública
en Venecia y causó verdadera sensación. Caballeros respetables resoplaban escaleras arriba hasta la cima de los edificios más altos para mirar por el tubo de Galileo y divisar a lo lejos navíos tan distantes que tardarían todavía horas en tocar puerto.
Galileo, sin embargo, no pensaba ni en la guerra ni en el comercio. Dirigió el
telescopio hacia los cielos y halló montañas y cráteres en la Luna y nuevas estrellas en Orión, que no eran visibles a simple vista. Y también comprobó que Venus tenía fases, como la Luna, y que el Sol poseía manchas.

8. Explica detalladamente los descubrimientos de Galileo con respecto al movimiento de los planetas.






El 7 de enero de 1610 hizo el descubrimiento crucial. Miró hacia Júpiter y al punto
encontró cuatro pequeñas «estrellas» cerca de él. Noche tras noche las siguió; no podía haber error: eran cuatro lunas que giraban alrededor de Júpiter, cada una de ellas en su propia órbita.
Lo cual refutaba definitivamente la vieja idea de que todos los cuerpos celestes giran en torno a la Tierra, porque allí había cuatro objetos que lo hacían alrededor de Júpiter.
En 1611 llevó su telescopio a Roma. Casi todos los miembros de la corte papal se
quedaron anonadados, pero hubo quienes montaron en cólera: este hombre, que había destruido ya las ideas aristotélicas acerca de la caída de los cuerpos, ¿iba a destruir ahora también la doctrina de Aristóteles de que los cielos eran perfectos? ¿Cómo iba a haber rudas montañas sobre la faz celestial de la Luna y manchas en el rostro perfecto del Sol?
«Miren ustedes mismos», les dijo Galileo. «Miren por mi instrumento.»
Muchos se negaron. Algunos dijeron que las lunas de Júpiter no podían verse a simple vista, que por tanto carecían de utilidad para el hombre y no podían haber sido creadas. Si el instrumento permitía verlas, es que el instrumento estaba mal. Un aparato maculado, dijeron algunos, un instrumento del demonio. Una fracción de la Iglesia apoyó a Galileo, otra le atacó.

9. Investiga:

a) La vida y obra de Nicolás Copérnico.




b) las teorías de Nicolás Copérnico sobre el movimiento de los planetas.



El pisano escribió entonces diversos artículos sobre sus descubrimientos, en los cuales se defendía sarcásticamente de sus enemigos. Poco a poco fue tomando partido cada vez más abierto por las teorías de Copérnico.
Galileo tenía especial habilidad para ridiculizar a sus adversarios, y eso rara vez se lo perdonaron. Enfrente tenía esta vez a hombres de mucho poder en la Iglesia, por cuya influencia ésta declaró, finalmente, en 1616, que la creencia en el sistema copernicano era herejía. El Papa Pío V ordenó a Galileo que abandonara el copernicanismo.
Galileo obedeció durante quince años, al menos en público. Guardó silencio, trabajó en otros asuntos y esperó a que la Iglesia adoptara una postura menos rígida. Pasado ese tiempo pensó que había llegado el momento. Sin prever, por lo visto, conflicto alguno, publicó, en 1632, su gran defensa del sistema copernicano, en la cual ridiculizó sin piedad a sus adversarios. La Inquisición le llamó a Roma.

10. a) Explica de forma detallada el juicio realizado a Galileo por la Santa Inquisición y cual fue su consecuencia.



b) El juicio a Giordano Bruno y sus consecuencias.







El anciano científico hubo de pasar entonces por un juicio largo y agotador. Cuenta la historia que cuando se puso en pie después de jurar que la Tierra estaba quieta, musitó algo para su embozo. Según la leyenda, sus palabras fueron: «Y sin embargo se mueve.»
¿Por qué se le venera hoy a Galileo? Sus descubrimientos e inventos rebasaron con mucho la imaginación de las gentes de Europa de su tiempo. Galileo fue un científico versátil y original, y por si fueran pocos los descubrimientos que ya hemos reseñado, consiguió otros muchos: halló una manera de medir el peso de los cuerpos en el agua, diseñó un termómetro para medir la temperatura, construyó un reloj hidráulico para medir el tiempo, demostró que el aire tenía peso, y fue el primero en utilizar el telescopio en astronomía.


11. Investiga como descubrió Galileo el Termómetro y su diseño.





12. Elabora una línea del tiempo de los descubrimientos de Galileo.




13. Conclusiones de la lectura y la investigación, así como tu opinión personal.