VITRUVIO
Las teorías de Vitruvio influyeron el diseño y la construcción a través de los siglos.
1Marco Vitruvio Polión, nacido alrededor del año 80 a. C., sirvió en el ejército romano bajo el mando de Julio César y se especializó en el diseño y la construcción de máquinas de artillería. El deber lo llevó a lo que en la actualidad son España y Francia, así como a lugares más alejados de Roma, como el norte de África. Más adelante Vitruvio, ejerció de arquitecto y trabajó en un templo, que ya no existe, en la ciudad italiana de Fano. Su obra más importante fue literaria, el único libro de arquitectura conservado de la Antigüedad clásica: De Architectura, conocido hoy como Los diez libros de Arquitectura.
2Durante la mayor parte de la Edad Media, la obra de Vitruvio cayó en el olvido, pero, a principios de la década de 1400, fue uno de los muchos textos clásicos, como el poema epicúreo de Lucrecio La naturaleza y los discursos de Cicerón, que fueron redescubiertos y recopilados por el pionero en el humanismo italiano Poggio Bracciolini. En un monasterio de Suiza, Poggio descubrió una copia del siglo VIII de la obra de Vitruvio y la envió a Florencia. Allí se convirtió en parte del grupo de obras clásicas redescubiertas que contribuyeron al Renacimiento. Brunelleschi lo usó como referente cuando viajó a Roma de joven para medir y estudiar las ruinas de edificios clásicos y Alberti lo citó por extenso en su tratado sobre arquitectura. Una de las nuevas imprentas de Italia publicó una edición en latín a finales de la década de 1480 y Leonardo escribió en un cuaderno: «Pregunta por Vitruvio a los libreros».
3Lo que despertaba el interés en la obra de Vitruvio por parte de Leonardo y Francesco era que expresaba con claridad una analogía que se remontaba a Platón y a los filósofos antiguos, que se había convertido en una metáfora que definía el humanismo renacentista: la relación entre el microcosmos del hombre y el macrocosmos de la Tierra.
4Esta relación de semejanza constituía la base del tratado que Francesco componía. «Todas las artes y todas las reglas del mundo derivan de un cuerpo humano bien compuesto y proporcionado —escribió en el prólogo de su quinto capítulo—; el hombre, llamado pequeño mundo, contiene en sí mismo todas las perfecciones generales del mundo». Leonardo también abrazó la comparación tanto en su arte como en su ciencia. Él escribió su famosa frase en esta época: «El hombre fue llamado por los antiguos mundo menor, y la designación está bien puesta, desde luego, porque su cuerpo […] se asemeja al de la Tierra».
5Aplicando esta analogía al trazado de los templos, Vitruvio proclamó que este debía reflejar las proporciones del cuerpo humano, como si dicho cuerpo estuviera tendido de espaldas sobre las ” “formas geométricas de la planta. «La disposición de los templos depende de la simetría —escribió en el primer capítulo de su libro tercero—. Es imposible que un templo posea una correcta disposición si carece de simetría y de proporción, como sucede con los miembros o partes del cuerpo de un hombre bien formado».
6Vitruvio describió con todo detalle las proporciones de este «cuerpo de un hombre bien formado» que debía determinar la composición de los templos. La distancia de la barbilla a la parte superior de la frente tenía que ser la décima parte de su altura total, comenzaba, y seguía con numerosas precisiones más: «Si nos referimos al pie, equivale a una sexta parte de la altura del cuerpo; el ” “codo, una cuarta parte, y el pecho equivale igualmente a una cuarta parte. Los restantes miembros guardan también una proporción de simetría, de la que se sirvieron los antiguos pintores y escultores famosos, alcanzando una extraordinaria consideración y fama».
7Las descripciones de Vitruvio de las proporciones humanas llevarían a Leonardo, como parte de los estudios de anatomía que acababa de comenzar en 1489, a compilar un conjunto similar de medidas. En términos más generales, la convicción de Vitruvio de que las proporciones del hombre resultan análogas a las de un templo bien concebido —y al macrocosmos del mundo— se convirtió en el centro de la cosmovisión de Leonardo.
8Después de detallar las proporciones humanas, Vitruvio pasaba a describir, en una célebre representación, la forma de inscribir a un hombre en un círculo y un cuadrado para determinar la proporción ideal de un templo:
9Exactamente de igual manera, las partes de los templos deben guardar una proporción de simetría perfectamente apropiada de cada una de ellas respecto al conjunto total en su completa dimensión. El ombligo es el punto central natural del cuerpo humano. ” “En efecto, si se coloca un hombre boca arriba, con sus manos y sus pies estirados, situando el centro del compás en su ombligo y trazando una circunferencia, esta tocaría la punta de ambas manos y los dedos de los pies. La figura circular trazada sobre el cuerpo humano nos posibilita el lograr también un cuadrado: si se mide desde la planta de los pies hasta la coronilla, la medida resultante será la misma que la que se da entre las puntas de los dedos con los brazos extendidos; exactamente su anchura mide lo mismo que su altura, como los cuadrados que trazamos con la escuadra.
10Era una imagen muy potente. Sin embargo, hasta donde sabemos, nadie relevante había hecho un dibujo serio y preciso a partir de esta en los quince siglos transcurridos desde que Vitruvio redactara su descripción hasta que, de pronto, alrededor de 1490, Leonardo y sus amigos procedieron a abordar esta figura del hombre abierto de brazos y piernas en el centro de una iglesia y del universo.
Francesco dibujó por lo menos tres versiones para acompañar su tratado y su traducción de Vitruvio. Una de ellas ” “es una imagen agradable y risueña de un hombre inserto en un círculo y un cuadrado (figura). Constituye un dibujo más
sugerente que exacto. El círculo, el cuadrado y el cuerpo no pretenden indicar las proporciones, sino que se muestran con cierta despreocupación. En otros dos dibujos de Francesco (figuras) se ve a un hombre de proporciones más cuidadas dentro de un trazado de círculos y cuadrados en forma de planta de iglesia.
11De ninguno de estos dibujos puede decirse que sea una obra de arte imperecedera, pero demuestran que tanto Francesco como Leonardo, en el momento de su viaje a Pavía en 1490, se hallaban hechizados con la imagen que Vitruvio había concebido.
LA VERSIÓN DE LEONARDO
12Para que su dibujo fuera revelador y científico, Leonardo podría haber recurrido a una figura humana simplificada. En cambio, usó trazos delicados y un sombreado meticuloso para crear un cuerpo de excepcional e innecesaria belleza. Con su penetrante mirada, pero a la vez íntima, y la cabellera rizada que a Leonardo le encantaba dibujar, su obra maestra entrelaza lo humano con lo divino.
13El hombre parece estar en movimiento, vivo, lleno de energía, al igual ” “que las libélulas de cuatro alas que Leonardo estudiaba. Este nos ha hecho sentir, casi ver, cómo una pierna, primero, y, después, la otra se abren hacia fuera y hacia atrás, al tiempo que los brazos se agitan como alas. Nada resulta estático en esta figura, excepto el torso sereno, sombreado con un sutil plumeado. Sin embargo, a pesar de la sensación de movimiento, el hombre da la impresión de encontrarse en una postura natural y cómoda. Lo único que se halla en una posición un poco extraña es su pie izquierdo, que está torcido hacia fuera para proporcionarnos un punto de referencia.
14¿Hasta qué punto el Hombre de Vitruvio podría tratarse de un autorretrato? Leonardo tenía treinta y ocho años cuando lo dibujó, más o menos la edad del hombre de la imagen. Las descripciones de la época destacan su «hermosa cabellera rizada» y su cuerpo «bien proporcionado». El Hombre de Vitruvio posee las mismas características que muchos de sus presuntos retratos, en especial el Demócrito de Bramante (figura 40),
que muestra a un Leonardo aún sin barba cercano a esa edad. En cierta ocasión, Leonardo advirtió en contra de sucumbir al axioma de que «todo pintor se pinta a sí mismo», pero, en una sección de su proyecto de tratado de pintura titulada «Cómo las figuras a menudo se parecen a sus maestros», aceptó que era natural.
15La mirada del Hombre de Vitruvio es tan intensa como la de alguien que se mira en el espejo, tal vez de forma literal. Según Toby Lester, que escribió un libro sobre este dibujo: «Estamos ante un autorretrato idealizado en el que Leonardo, despojado de todo lo innecesario, se mide a sí mismo y, al hacerlo, encarna una esperanza humana eterna: que nuestra mente sea capaz de averiguar cómo encajamos en el orden natural de las cosas. Hay que ver en el dibujo una especulación, una especie de autorretrato metafísico en el que Leonardo (como artista, filósofo natural y portavoz de la humanidad en su conjunto) se mira a sí mismo con el ceño fruncido e intenta comprender el secreto de su propia naturaleza».
16El Hombre de Vitruvio de Leonardo simboliza un momento en que el arte y la ciencia se combinaron para permitir que las mentes perecederas examinaran las preguntas eternas sobre quiénes somos y cómo encajamos en el orden del universo. También representa un ideal humanístico que celebra la dignidad, el valor y la racionalidad de los humanos en cuanto que individuos. Dentro del cuadrado y del círculo podemos contemplar la esencia de Leonardo da Vinci y la nuestra, de pie, desnudos en la intersección entre lo terrenal y lo cósmico.
Fragmento de: Walter Isaacson. “Leonardo da Vinci. La biografía”. iBooks.
Título original: Leonardo da Vinci
Walter Isaacson, 2017
Traducción: Jordi Ainaud i Escudero.
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