Instrucciones:
Realiza el análisis de la lectura, párrafo a párrafo, en un documento de Google. Incluye conclusión y opinión del texto. Con la información obtenida, elabora una presentación tipo PPT para exponer en clase.
Johann Gutenberg
(1399-1468)
1En 1454 se estaba preparando para su publicación la
primera edición impresa del libro más vendido del planeta. El lugar, Alemania;
el editor, Johann Gutenberg. Pero como los premios de este mundo son a veces
caprichosos, sus esfuerzos le llevaron a la ruina un año después. Johann
Gutenberg venía experimentando con pequeños rectángulos de metal desde hacía
veinte años.
2Todas las
piezas tenían que ser exactamente de la misma anchura y altura para que
encajaran perfectamente unas con otras. La parte superior de cada rectángulo
estaba moldeada delicadamente en la forma de una letra del alfabeto, sólo que
invertida. Imaginémonos estas piezas de metal colocadas unas junto a otras
formando filas y columnas muy apretadas; las entintamos uniformemente y
apretamos con fuerza sobre ellas un pliego de papel. Levantamos el papel: como
por arte de magia, aparece cubierto de tinta con la forma de las letras, pero
mirando en la dirección correcta. Las letras forman palabras, y de palabras se
compone la página de un libro. Las gentes de Europa y de Asia habían hecho ya
lo mismo con anterioridad, sólo que tallando las palabras o caracteres en
bloques de madera; la talla era a menudo muy tosca y sólo servía para una única
«xilografía». La idea de Gutenberg fue fabricar elegantemente cada letra en un
«tipo» metálico individual; una vez completada e impresa una página, podía
utilizarse el mismo tipo para otra, y una pequeña colección de tipos móviles
servía para componer cualquier libro del mundo. Esta innovación fue obra de
Gutenberg, y aunque quizá habría que llamarla un triunfo de la tecnología y no
de la ciencia, no deja de ser un descubrimiento importante.
3Hoy día se
conservan fragmentos de páginas que Gutenberg imprimió entre 1440 y 1450: parte
de un calendario y un fragmento religioso. Pero fue en 1454 cuando construyó
seis prensas y comenzó a componer el libro más grande de todos: la Biblia.
Trescientas veces se estampó la primera hoja de papel contra los tipos
entintados, y de allí salieron otras tantas hojas impresas idénticas. Luego se
reordenaron los tipos para componer la segunda página, después la tercera,
etcétera, hasta un total de 1.282 páginas diferentes, con 300 ejemplares de
cada una. Una vez encuadernadas, salieron 300 ejemplares idénticos de la
Biblia: la edición más importante de cuantas se han hecho de este libro, por
ser la primera que se imprimió en el mundo occidental.
Detalle de una de las biblias de Gutenberg
4Hoy día sólo se conservan 45 ejemplares de la Biblia
de Gutenberg. El valor de cada uno es incalculable, pero a Gutenberg no le
reportaron ni un céntimo. La mala fortuna persiguió a Gutenberg durante toda su
vida. Nació alrededor de 1398 en la ciudad de Maguncia, Alemania, en el seno de
una familia bien acomodada. Si las cosas
hubiesen discurrido pacíficamente, es muy posible que Gutenberg hubiese podido
realizar sus experimentos sin ningún problema. Pero por aquel tiempo había
contiendas civiles en Maguncia, y la familia Gutenberg, que estaba del lado de
los perdedores, tuvo que marchar precipitadamente a Estrasburgo, 160 kilómetros
al Sur. Esto ocurría seguramente hacia 1430.
5En el año 1435, Gutenberg estaba
metido en algún negocio. Los historiadores no saben a ciencia cierta de qué
negocio se trataba; pero lo cierto es que se vio mezclado en un pleito
relacionado con el asunto y allí se mencionó la palabra «drucken», que en
alemán quiere decir «imprimir». En 1450 le volvemos a encontrar en Maguncia y
dedicado definitivamente a la impresión, cosa que se sabe porque pidió
prestados 800 florines a un hombre llamado Tohann Fust para comprar
herramientas.
6En total debieron de ser veinte años de experimentos,
inversiones, trabajo y esperas, así como de fragmentos impresos que no
reportaban ningún beneficio ni despertaban ningún interés. Gutenberg comenzó,
finalmente, en 1454 a componer su Biblia, en latín, a doble columna, con 42
líneas por página e iluminadas varias de ellas con estupendos dibujos a mano.
Nada se omitió en este gran envite final: la cúspide de la vida de Gutenberg.
7Pero Fust le denunció por el dinero prestado.
Gutenberg perdió el pleito y tuvo que entregar a Fust herramientas y prensas en
concepto de indemnización. Incluso es probable que no consiguiera terminar la
Biblia y que esa empresa la completara la sociedad compuesta por Fust y un tal
Peter Schoeffer. Ambos adquirieron renombre en el campo de la impresión;
Gutenberg se hundió en la oscuridad. Más tarde logró dinero prestado en otra
parte para seguir trabajando en la imprenta; pero aunque nunca arrojó la
toalla, tampoco logró salir de deudas. Murió en Maguncia, hacia 1468, en medio
de la ruina económica. Lo que no fue un fracaso fue el negocio de las
imprentas, que se propagó con fuerza imparable. Hacia 1470 había prensas en Italia,
Suiza y Francia.
8William Gaxton fundó, en 1476, la primera imprenta de
Inglaterra, y en 1535 el invento cruzó el Atlántico y se estableció en la
ciudad de México. Europa era por aquel entonces escenario de una revolución
religiosa. Martín Lutero inició en 1517 su disputa con la Iglesia Católica, que
terminó con el establecimiento del protestantismo. Antes de Lutero había habido
muchos otros reformadores, pero de influencia siempre escasa; sólo podían
llegar a la gente a través de prédicas y sermones y la Iglesia tenía medios
para silenciarlos. Lutero vivió en cambio en un mundo que conocía la imprenta.
Además de predicar, escribía sin descanso. Docenas de sus panfletos y
manifiestos pasaron por la imprenta y se difundieron copiosamente por toda Alemania.
A la vuelta de pocos años toda Europa vibraba con el choque de ideas religiosas
encontradas.
Primera imprenta en México y en el Continente.
9Gracias a la imprenta, las Biblias
se abarataron, proliferaron y empezaron a editarse en el idioma que hablaba la
gente, no en latín. Muchos buscaron directamente inspiración en este libro, y
por primera vez se pudo pensar en la alfabetización universal. Hasta entonces
no había tenido sentido enseñar más que a unos cuantos a leer; los libros eran
tan escasos que, quitando a un puñado de eruditos, hubiese sido una pérdida de
tiempo. En resumen: la imprenta creó la opinión pública. Un libro como el
Common Sense, de Thomas Paine, podía llegar a cualquier granja de las colonias
americanas y propagar la guerra de Revolución mejor que ningún otro medio.
10La
imprenta contribuyó al nacimiento de la democracia moderna. En la antigua
Grecia, la democracia sólo podía existir en ciudades pequeñas donde las ideas
pudiesen difundirse por vía oral. La imprenta, por el contrario, era capaz de
multiplicar las ideas y ponerlas al alcance de cualquier ojo y de cualquier
mente. Podía tener suficientemente bien informadas a millones de personas para
que participaran en el gobierno. Claro es que de la imprenta también podía
abusarse. Un uso hábil de la propaganda a través de la palabra escrita podía
hacer que las guerras fuesen más terribles y las dictaduras más poderosas. La
difusión del alfabetismo no garantizaba que lo que la gente leía fuese bueno ni
sabio. Pero aun así podemos decir que los beneficios han sido mayores que los
males.
11La imprenta ha permitido poner nuestros conocimientos al servicio de las
generaciones futuras. Antes de que Gutenberg fabricara sus pequeños rectángulos
de metal, todos los libros eran escritos a mano. La preparación de un libro
suponía muchas semanas de trabajo agotador. Poseer un libro era cosa rarísima,
tener una docena de ellos era signo de opulencia. Destruir unos cuantos libros
podía equivaler a borrar para siempre el testimonio de un gran pensador. En el
mundo antiguo, el vastísimo saber y la abundante literatura de Grecia y Roma
estaban depositados en unas cuantas bibliotecas. La mayor de ellas, la de
Alejandría, en Egipto, quedó destruida por el fuego durante las revueltas
políticas del siglo V. Otras desaparecieron a medida que las ciudades fueron
cayendo víctimas de la guerra y las conquistas. Al final sólo quedaron las
bibliotecas de Constantinopla para preservar el legado de Grecia y Roma.
12Los
Cruzados de Occidente saquearon la ciudad en 1204, y en 1453 —un año antes de
que apareciera la Biblia de Gutenberg— cayó en manos de los turcos. Los
Cruzados y los turcos aniquilaron la gran ciudad, saquearon sus tesoros y
destruyeron la mayor parte de los libros y obras de arte. La gente instruida,
en su huida, se llevó consigo los manuscritos que pudieron salvar; pero era una
porción ridícula del total.
13Uno de los
dramaturgos más grandes de todos los tiempos, el griego Sófocles, escribió unas
cien tragedias. Sólo se conservan siete. De la poesía de Safo sólo quedan
algunos fragmentos, y lo mismo ocurre con varios filósofos. Por fortuna se
conserva casi todo Homero, casi todo Herodoto y la mayor parte de Platón,
Aristóteles y Tucídides; pero por pura suerte. Gran parte de la cultura antigua
murió en Constantinopla.
14Semejante desastre es probable que no se pueda repetir
jamás gracias a la imprenta. Cualquier persona puede tener en su casa cientos
de libros en ediciones nada caras, y cualquier ciudad modesta puede poseer una
biblioteca equiparable a la de Alejandría o Constantinopla por el número de
volúmenes. Los conocimientos del hombre son hoy día tan inmortales como él
mismo, porque sólo pueden desaparecer con la destrucción total de la raza
humana. Gutenberg murió en la ruina, pero su obra fue uno de los grandes logros
de la humanidad.
Isaac Asimov
Momentos estelares de la ciencia
Título original: Breakthroughs in Science, Isaac Asimov, 1959