El hierro
Isaac Asimov, El cercano oriente(1968).
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1Durante mil quinientos años los hombres habían combatido con armas de bronce. Ni el cobre ni el estaño, los dos metales necesarios para la fabricación del bronce, eran comunes, y su búsqueda era difícil y precaria. Los fenicios (el nombre dado por los griegos a los cananeos que habitaban en la costa) hasta enviaron sus osados marinos fuera del Mediterráneo, al norte de lo que debe de haber parecido el fin del mundo, para excavar las minas de estaño de Cornualles, en Inglaterra.
2Sin embargo, se conocía un metal más duro que el bronce. Ocasionalmente, se hallaban trozos de un metal gris oscuro que, cuando se lo golpeaba para hacer espadas o puntas de lanza, permitía obtener armas más duras y resistentes que el bronce y que mantenían su filo por más tiempo. El inconveniente era que este metal, al que llamamos «hierro», sólo era hallado muy raramente. (Ahora sabemos que esos hallazgos eran meteoritos formados por una aleación particularmente dura de hierro con otro metal afín, el níquel.)
3Sin duda, era posible obtener hierro de los minerales rocosos que lo contenían en combinación química con otros elementos, pero los primeros metalurgistas raramente lo lograban, y aun así, por accidente. Más aún el hierro así obtenido era impuro y de baja calidad. El problema era que, mientras el cobre y el estaño podían ser separados de los minerales con bastante facilidad mediante un fuego corriente, era mucho más difícil separar el hierro. Se necesitaban fuegos más calientes y técnicas más complicadas.
4Aun después de que se obtuviese un hierro de la calidad apropiada, era menester elaborar métodos de fusión que le añadieran una cantidad apropiada de carbón para obtener «acero», que era el tipo resistente de hierro que podía usarse para fabricar armas.
5Alrededor del 1300 a.C. la técnica para fundir el hierro y agregarle carbón fue desarrollada en las estribaciones caucasianas de Urartu. Esta tierra se hallaba bajo la dominación del Reino hitita, que estaba entonces en su apogeo. Los reyes hititas mantuvieron cuidadosamente el monopolio sobre la nueva técnica, pues se daban cuenta de su importancia, no sólo porque proporcionaba un metal superior al bronce, sino también porque era potencialmente mucho más común. Al principio, sólo se disponía de pequeñas cantidades de hierro, y durante algunos siglos fue hasta cuarenta veces más caro que la plata. Pero antes de que los hititas lograsen aumentar su provisión de hierro y darle utilidad, fueron abatidos.
Relieve del rey neoasirio Assurbanipal, conservado en el Museo Británico
6El Reino hitita fue destruido durante los desórdenes que siguieron a los movimientos de los Pueblos del Mar, y terminó su monopolio del hierro. El conocimiento de la técnica de fusión del hierro se difundió rápidamente y pasó, por cierto, a Asiria, que limitaba con el reino donde se elaboraba el hierro, Urartu.
Relieves que representan la derrota de los Pueblos del Mar de Ramsés III. (Crédito: Ahmed Zakaria, Agencia Anadolu, Getty Images)
7El comercio del hierro permitió a Asiria recuperar su prosperidad, y tuvo el camino expedito para un nuevo conquistador. Éste fue Tukultipal-Esarra («mi fe está en el hijo de Esarra», esto es, en Ninurta). Llegó al trono en el 1115 a.C. Un rey posterior del mismo nombre es mencionado en la Biblia como Teglatfalasar, por lo que el nuevo rey asirio es más conocido como Teglatfalasar I.
8Teglatfalasar I extendió el reino asirio. El hierro era aún demasiado raro para ser usado en cantidad como arma de guerra, pero Teglatfalasar debió de haber equipado a sus tropas de élite con armas de ese metal. Con ellas, se lanzó aguas abajo sobre Babilonia, y en el 1103 a.C. Nabucodonosor tuvo que ceder ante las lanzas con puntas de hierro de Asiria.
9Pero Teglatfalasar I tuvo que enfrentar peores peligros. La presión de los nómadas estaba subiendo nuevamente. Esta constante alternancia de conquistadores civilizados y correrías nómadas puede parecer un juego fatídico pero monótono. ¿Por qué los nómadas decidían siempre lanzarse contra las ciudades cuando los grandes reyes habían muerto? ¿Y porqué llegaban casi inmediatamente después de la muerte del gran rey?
10En verdad, no hay ninguna coincidencia en esto. La presión nómada era casi constante en la Antigüedad (aunque ocasionalmente se elevaba hasta proporciones abrumadoras). Mientras las regiones civilizadas estaban gobernadas por reyes enérgicos y con administraciones bien organizadas, los nómadas eran mantenidos a raya y apenas oímos hablar de ellos. Pero tan pronto como ascendía al trono un monarca débil y la tierra caía en la laxitud o el desorden, los invasores nómadas que antes habían fracasado ahora tenían éxito.
11En tiempos de Teglatfalasar, fue de Arabia de donde surgió nuevamente la presión nómada. Estos nómadas eran los arameos, que avanzaron contra los límites de la Media Luna Fértil, al este y al oeste, como habían hecho los amorreos ocho siglos antes.
12Bajo Teglatfalasar I, el ejército asirio, bien dirigido y respaldado por una sociedad bien organizada, rechazó a los arameos en muchas campañas. Los partes de guerra dejados por Teglatfalasar contienen las más antiguas referencias conocidas a los arameos. Pero las derrotas de los nómadas raramente tenían un carácter definitivo. Enviar ejércitos contra ellos (mientras siguiesen con su modo nómada de vida y no se asentasen) era como dar puñetazos al agua. El guerrero nómada desaparecía, y retornaba cuando los ejércitos se habían marchado.
13Asiria se desgastó en las luchas contra los arameos, y después del asesinato de Teglatfalasar I, en el 1093 a.C., sus sucesores carecieron de la capacidad del viejo rey. Gobernada Asiria con menos eficiencia y no tan bien conducidos sus ejércitos, las correrías de los arameos fueron mucho más efectivas. El poder de Asiria se redujo, y el país pasó por otro siglo y medio de quebranto.
14Ese período de debilidad brindó a los israelitas una oportunidad para expandirse. Cuando entraron en Canaán, hacia el 1200 a.C., hallaron la costa ocupada por los Pueblos del Mar. Estos, llamados los filisteos, poseían armas de hierro, mientras que los israelitas carecían de ellas, de modo que durante un siglo los filisteos dominaron la región.
15Luego, en el 1013 a.C., el capacitado líder de Judá, David, impuso su hegemonía, no sólo sobre su propia tribu de Judá, sino también sobre todas las otras tribus israelitas. En el curso de un reinado de cuarenta años, derrotó a los filisteos y afirmó su poder sobre toda la parte occidental de la Media Luna Fértil hasta el Éufrates superior. Esto no habría ocurrido si Asiria hubiese tenido por entonces reyes como Tukulti-Ninurta I o Teglatfalasar I.
16Pero tal como estaban las cosas, el imperio de David tampoco era inmune a las infiltraciones de los arameos. Durante el reinado del hijo de David, Salomón, los arameos crearon principados inmediatamente al norte del mismo Israel. Uno de ellos, que tenía su capital en Damasco, llegó a adquirir gran poder. El Reino de Damasco es llamado “habitualmente Siria (el nombre que los griegos dieron a la región siglos después).
17La fundación de Siria debilitó mucho a Israel y contribuyó a los desórdenes que condujeron a dividir Israel en dos reinos —Israel y Judá— a la muerte de Salomón, en el 933 a.C.
Fragmento de: Isaac Asimov. “El cercano oriente”. Es posible que éste material tenga derechos de autor. Material exclusivo para usos didáctico educativos.
Isaac Asimov, El cercano oriente(1968).
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