10 dic 2017

Anorexia Nerviosa Infografía


Anorexia Nerviosa 

Infografía

La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria compleja que tiene consecuencias biológicas, psicológicas y sociales, a veces de extrema gravedad. Cuando se diagnostica a tiempo y se trata de forma adecuada, el pronóstico para la anorexia es relativamente bueno.
La anorexia nerviosa es un trastorno alimentario caracterizado por un miedo intenso a ganar peso. Debido a este miedo, el individuo afectado deja de comer llegando a rebajar su peso hasta un 85% del peso normal para su edad y altura.
La anorexia afecta a las mujeres con más frecuencia que a los hombres (el 90 % de los afectados son mujeres), y muy a menudo el trastorno comienza cuando una mujer adolescente o joven con un ligero sobrepeso decide hacer dieta. A medida que el peso disminuye la obsesión por el peso aumenta.




Cortesía:
Compartido por
A modo de resumen gráfico compartimos una magnífica infografía creada por  Psicoglobalia en la que se detallan las diferentes variables que intervienen en este trastorno.

21 nov 2017

TDAH: Tú Decides AHora

¿Qué es el TDAH?

Cuando hablamos de TDAH, nos referimos al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Es un síndrome de carácter neurobiológico, responde a factores biológicos (prenatales, perinatales y postnatales) y ambientales, y afecta a la capacidad de atención, hiperactividad e impulsividad de la persona que lo padece.
Hace su aparición en niños, pudiendo ser diagnosticado a partir de los 6 años. Numerosos estudios, además, afirman que alrededor de un 40% de los niños que padecen TDAH lo seguirán padeciendo de adultos.





Cortesía de Psicopedia http://psicopedia.org/6415/tdah-caracteristicas-y-tratamientos/

15 nov 2017

La prueba del marshmallow/Autocontrol y Tolerancia

Esta prueba consiste en sentar a un niño frente de una mesa y luego se coloca un
marshmallow (Malvavisco).









Cortesía #YouTube 

La mujer que no



La mujer que no

Jorge Ibargüengoitia, 1967
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Debo ser discreto. No quiero comprometerla. La llamaré… En el cajón de mi escritorio tengo todavía una foto suya, junto con las de otras gentes y un pañuelo sucio de maquillaje que le quité no sé a quién, o mejor dicho sí sé, pero no quiero decir, en uno de los momentos cumbres de mi vida pasional. La foto de que hablo es extraordinariamente buena para ser de pasaporte. Ella está mirando al frente con sus grandes ojos almendrados, el pelo estirado hacia atrás, dejando a descubierto dos orejas enormes, tan cercanas al cráneo en su parte superior, que me hacen pensar que cuando era niña debió traerlas sujetas con tela adhesiva para que no se le hicieran de papalote; los pómulos salientes, la nariz pequeña con las fosas muy abiertas, y abajo… su boca maravillosa, grande y carnuda. En un tiempo la contemplación de esta foto me producía una ternura muy especial, que iba convirtiéndose en un calor interior y que terminaba en los movimientos de la carne propios del caso. La llamaré Aurora. No, Aurora no. Estela, tampoco. La llamaré ella.

Esto sucedió hace tiempo. Era yo más joven y más bello. Iba por las calles de Madero en los días cercanos a la Navidad, con mis pantalones de dril recién lavados y trescientos pesos en la bolsa. Era un mediodía brillante y esplendoroso. Ella salió de entre la multitud y me puso una mano en el antebrazo. «Jorge», me dijo. Ah, che la vita è bella! Nos conocemos desde que nos orinábamos en la cama (cada uno por su lado, claro está), pero si nos habíamos visto una docena de veces era mucho. Le puse una mano en la garganta y la besé. Entonces descubrí que a tres metros de distancia, su mamá nos observaba. Me dirigí hacia la mamá, le puse una mano en la garganta y la besé también. Después de eso, nos fuimos los tres muy contentos a tomar café en Sanborns. En la mesa, puse mi mano sobre la suya y la apreté hasta que noté que se le torcían las piernas; su mamá me recordó que su hija era decente, casada y con hijos, que yo había tenido mi oportunidad trece años antes y que no la había aprovechado. Esta aclaración moderó mis impulsos primarios y no intenté nada más por el momento. Salimos de Sanborns y fuimos caminando por la alameda, entre las estatuas pornográficas, hasta su coche que estaba estacionado muy lejos. Fue ella, entonces, quien me tomó de la mano y con el dedo de enmedio, me rascó la palma, hasta que tuve que meter mi otra mano en la bolsa, en un intento desesperado de aplacar mis pasiones. Por fin llegamos al coche, y mientras ella se subía, comprendí que trece años antes no sólo había perdido sus piernas, su boca maravillosa y sus nalgas tan saludables y bien desarrolladas, sino tres o cuatro millones de muy buenos pesos. Fuimos a dejar a su mamá que iba a comer no importa dónde. Seguimos en el coche, ella y yo solos y yo le dije lo que pensaba de ella y ella me dijo lo que pensaba de mí. Me acerqué un poco a ella y ella me advirtió que estaba sudorosa, porque tenía un oficio que la hacía sudar. «No importa, no importa.» Le dije olfateándola. Y no importaba. Entonces, le jalé el cabello, le mordí el pescuezo y le apreté la panza… hasta que chocamos en la esquina de Tamaulipas y Sonora.

Después del accidente, fuimos al Sep de Tamaulipas a tomar ginebra con quina y nos dijimos primores.

La separación fue dura, pero necesaria, porque ella tenía que comer con su suegra. «¿Te veré?» «Nunca más.» «Adiós, entonces.» «Adiós.» Ella desapareció en Insurgentes, en su poderoso automóvil y yo me fui a la cantina el Pilón, en donde estuve tomando mezcal de San Luis Potosí y cerveza, y discutiendo sobre la divinidad de Cristo con unos amigos, hasta las siete y media, hora en que vomité. Después me fui a Bellas Artes en un taxi de a peso.

Entré en el foyer tambaleante y con la mirada torva. Lo primero que distinguí, dentro de aquel mar de personas insignificantes, como Venus saliendo de la concha… fue a ella. Se me acercó sonriendo apenas, y me dijo: «Búscame mañana, a tal hora, en tal parte»; y desapareció.

¡Oh, dulce concupiscencia de la carne! Refugio de los pecadores, consuelo de los afligidos, alivio de los enfermos mentales, diversión de los pobres, esparcimiento de los intelectuales, lujo de los ancianos. ¡Gracias, Señor, por habernos concedido el uso de estos artefactos, que hacen más que palatable la estancia en este Valle de Lágrimas en que nos has colocado!

Al día siguiente acudí a la cita con puntualidad. Entré en el recinto y la encontré ejerciendo el oficio que la hacía sudar copiosamente. Me miró satisfecha, orgullosa de su pericia y un poco desafiante, y también como diciendo: «Esto es para ti.» Estuve absorto durante media hora, admirando cada una de las partes de su cuerpo y comprendiendo por primera vez la esencia del arte a que se dedicaba. Cuando hubo terminado, se preparó para salir, mirándome en silencio; luego me tomó del brazo de una manera muy elocuente, bajamos una escalera y cuando estuvimos en la calle, nos encontramos frente a frente con su chingada madre.
Fuimos de compras con la vieja y luego a tomar café a Sanborns otra vez. Durante dos horas estuve conteniendo algo que nunca sabré si fue un sollozo o un alarido. Lo peor fue que cuando nos quedamos solos ella y yo, empezó con la cantaleta estúpida de: «¡Gracias, Dios mío, por haberme librado del asqueroso pecado de adulterio que estaba a punto de cometer!» Ensayé mis recursos más desesperados, que consisten en una serie de manotazos, empujones e intentos de homicidio por asfixia, que con algunas mujeres tienen mucho éxito, pero todo fue inútil; me bajó del coche a la altura de Félix Cuevas.

Supongo que se habrá conmovido cuando me vio parado en la banqueta, porque abrió su bolsa y me dio el retrato famoso y me dijo que si algún día se decidía (a cometer el pecado), me pondría un telegrama.

Y esto es que un mes después recibí, no un telegrama, sino un correograma que decía: «Querido Jorge: búscame en el Konditori, el día tantos a tal hora (p.m.) Firmado: Guess who?» (advierto al lector no avezado en el idioma inglés que esas palabras significan «adivina quién»). Fui corriendo al escritorio, saqué la foto y la contemplé pensando en que se acercaba la hora de ver saciados mis más bajos instintos.

Pedí prestado un departamento y también dinero; me vestí con cierto descuido pero con ropa que me quedaba bien, caminé por la calle de Génova durante el atardecer y llegué al Konditori con un cuarto de hora de anticipación. Busqué una mesa discreta, porque no tenía caso que la vieran conmigo un centenar de personas, y cuando encontré una me senté mirando hacia la calle; pedí un café, encendí un cigarro y esperé. Inmediatamente empezaron a llegar gentes conocidas, a quienes saludaba con tanta frialdad que no se atrevían a acercárseme.

Pasaba el tiempo.

Caminando por la calle de Génova pasó la Joven N, quien en otra época fuera el Amor de mi Vida, y desapareció. Yo le di gracias a Dios.

Me puse a pensar en cómo vendría vestida y luego se me ocurrió que en dos horas más iba a tenerla entre mis brazos, desvestida…
La Joven N volvió a pasar, caminando por la calle de Génova, y desapareció. Esta vez tuve que ponerme una mano sobre la cara, porque la Joven N venía mirando hacia el Konditori.

Era la hora en punto. Yo estaba bastante nervioso, pero dispuesto a esperar ocho días si era necesario, con tal de tenerla a ella, tan tersa, toda para mí.

Y entonces, que se abre la puerta del Konditori, entra la Joven N, que fuera el Amor de mi Vida, cruza el restorán y se sienta enfrente de mí, sonriendo y preguntándome: «Did you guess right?»
Solté la carcajada. Estuve riéndome hasta que la Joven N se puso incómoda; luego, me repuse, “platicamos un rato apaciblemente y por fin, la acompañé a donde la esperaban unas amigas para ir al cine.

Ella, con su marido y sus hijos, se habían ido a vivir a otra parte de la República.

Una vez, por su negocio, tuve que ir precisamente a esa ciudad; cuando acabé lo que tenía que hacer el primer día, busqué en el directorio el número del teléfono de ella y la llamé. Le dio mucho gusto oír mi voz y me invitó a cenar.

La puerta tenía aldabón y se abría por medio de un cordel. Cuando entré en el vestíbulo, la vi a ella, al final de una escalera, vestida con unos pantalones verdes muy entallados, en donde guardaba lo mejor de su personalidad. Mientras yo subía la escalera, nos mirábamos y ella me sonreía sin decir nada. Cuando llegué a su lado, abrió los brazos, me los puso alrededor del cuello y me besó. Luego, me tomó de la mano y mientras yo la miraba estúpidamente, me condujo a través de un patio, hasta la sala de la casa y allí, en un couch, nos dimos entre doscientos y trescientos “besos… hasta que llegaron sus hijos del parque. Después, fuimos a darles de comer a los conejos.

Uno de los niños, que tenía complejo de Edipo, me escupía cada vez que me acercaba a ella, gritando todo el tiempo: «¡Es mía!» Y luego, con una impudicia verdaderamente irritante, le abrió la camisa y metió ambas manos para jugar con los pechos de su mamá, que me miraba muy divertida. Al cabo de un rato de martirio, los niños se acostaron y ella y yo nos fuimos a la cocina, para preparar la cena. Cuando ella abrió el refrigerador, empecé mi segunda ofensiva, muy prometedora, por cierto, cuando llegó el marido. Me dio un ron Batey y me llevó a la sala en donde estuvimos platicando no sé qué tonterías. Por fin estuvo la cena. Nos sentamos los tres a la mesa, cenamos y cuando tomábamos el café, sonó el teléfono. El marido fue a contestar y mientras tanto, ella empezó a recoger los platos, y mientras tanto, también, yo le tomé a ella la mano y se la besé en la palma, logrando, con este acto tan sencillo, un efecto mucho mayor del que “había previsto: ella salió del comedor tambaleándose, con un altero de platos sucios. Entonces regresó el marido poniéndose el saco y me explicó que el telefonazo era de la terminal de camiones, para decirle que acababan de recibir un revólver Smith & Wesson calibre 38 que le mandaba su hermano de México, con no recuerdo qué objeto; el caso es que tenía que ir a recoger el revólver en ese momento; yo estaba en mi casa: allí estaba el ron Batey, allí, el tocadiscos, allí, su mujer. Él regresaría en un cuarto de hora. Exeunt severaly: él vase a la calle; yo, voyme a la cocina y mientras él encendía el motor de su automóvil, yo perseguía a su mujer. Cuando la arrinconé, me dijo: «Espérate» y me llevó a la sala. Sirvió dos vasos de ron, les puso un trozo de hielo a cada uno, fue al tocadiscos, lo encendió, tomó el disco llamado Le Sacre du Sauvage, lo puso y mientras empezaba la música brindamos: habían pasado cuatro minutos. Luego, empezó a bailar, ella sola. «Es para ti», me dijo. Yo la miraba mientras calculaba en qué parte del trayecto estaría el marido, llevando su mortífera Smith & Wesson calibre 38. Y ella bailó y bailó. Bailó las obras completas de Chet Baker, porque pasaron tres cuartos de hora sin que el marido regresara, ni ella se cansara, ni yo me atreviera a hacer nada. A los tres cuartos de hora decidí que el marido, con o sin Smith & Wesson, no me asustaba nada. Me levanté de mi asiento, me acerqué a ella que seguía bailando como poseída y, con una fuerza completamente desacostumbrada en mí, la levanté en vilo y la arrojé sobre el couch. Eso le encantó. Me lancé sobre ella como un tigre y mientras nos besamos apasionadamente, busqué el cierre de sus pantalones verdes y cuando lo encontré, tiré de él… y ¡mierda!, ¡que no se abre! Y no se abrió nunca. Estuvimos forcejeando, primero yo, después ella y por fin los dos, y antes regresó el marido que nosotros pudiéramos abrir el cierre. Estábamos jadeantes y sudorosos, pero vestidos y no tuvimos que dar ninguna explicación.
Hubiera podido, quizá, regresar al día “siguiente a terminar lo empezado, o al siguiente del siguiente o cualquiera de los mil y tantos que han pasado desde entonces. Pero, por una razón u otra nunca lo hice. No he vuelto a verla. Ahora, sólo me queda la foto que tengo en el cajón de mi escritorio, y el pensamiento de que las mujeres que no he tenido (como ocurre a todos los grandes seductores de la historia), son más numerosas que las arenas del mar.

Fragmento de: Jorge Ibargüengoitia. “La ley de Herodes”, 1967.
Es posible que este material esté protegido por copyright.




5 nov 2017

El Trastorno del Espectro Autista

El Trastorno del Espectro Autista

¿Qué son los trastornos del espectro autista?


Los trastornos del espectro autista (ASD, por sus siglas en inglés) son un grupo de trastornos complejos del desarrollo neurológico que se distinguen por patrones de comportamiento repetitivos y característicos, y dificultad para la comunicación e interacción social. Los síntomas están presentes desde una edad temprana y afectan el funcionamiento diario.

El término “espectro” se refiere a la amplia gama de síntomas, habilidades y grados de discapacidad funcional que se pueden presentar en las personas con trastornos del espectro autista. Algunos niños y adultos con este tipo de trastorno son completamente capaces de realizar todas las actividades de la vida diaria, mientras que otros requieren ayuda substancial para realizar las actividades básicas. El Manual de diagnóstico y estadísticas de los trastornos mentales (DSM-5, publicado en el 2013) no considera al síndrome de Asperger, al trastorno de desintegración infantil y al trastorno generalizado del desarrollo no especificado como trastornos separados, sino que los incorpora dentro de la categoría de trastornos del espectro autista. El diagnóstico de un trastorno del espectro autista incluye una evaluación de la discapacidad intelectual y la deficiencia del lenguaje.

Los trastornos del espectro autista se presentan en cualquier grupo racial y étnico, y en todos los niveles socioeconómicos. Sin embargo, los niños tienen bastante más probabilidad de presentar trastornos del espectro autista que las niñas. El último análisis de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) calcula que uno de cada 68 niños tiene este trastorno.



https://espanol.ninds.nih.gov/trastornos/autismo.htm
https://www.youtube.com/watch?v=L2WlbKSFQZI&list=PLncY_kag9QrgzCaCONKmW5AGwEBmef41G#action=share
https://www.psicoactiva.com/blog/conceptos-basicos-la-hiperactividad-infantil/

3 nov 2017

¿QUIÉN ES ESE ALEMÁN QUE ME ESCONDE LAS COSAS?



¿QUIÉN ES ESE ALEMÁN QUE ME ESCONDE LAS COSAS?

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1Aloysius Alzheimer o Alois, como le llamaban sus amigos, trabajaba en el manicomio municipal de Fráncfort del Meno. Las fotos que se conservan de él frecuentemente lo muestran con un puro en una mano y un microscopio en la otra. Llevaba ya 13 años en aquella ciudad, desde el año siguiente a licenciarse como médico. En su tesis doctoral (1888) había estudiado una estructura cercana al cerebro pero sin mucha relación con él, las glándulas de la cera del oído, y se había basado en los experimentos realizados en el laboratorio de Rudolf Albert von Kölliker, el fisiólogo suizo que avanzó considerablemente el conocimiento del sistema nervioso. 
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Rudolph Albert von Kölliker

2Alzheimer se había ido especializando cada vez más en el estudio y tratamiento de los enfermos mentales. En aquel hospital psiquiátrico había conocido a Franz Nissl, que le enseñó un sencillo método para teñir las neuronas, que permitía estudiar con más claridad la estructura de las regiones cerebrales. Alzheimer quería dedicarse a la investigación pero su situación económica no se lo permitía, así que hizo lo que se podía hacer en aquella época sin becas ni proyectos de investigación: casarse con una viuda rica. En descargo de él y de la Ciencia, Alois amó a su querida Cecilie Geisenheimer, hasta el final de su vida.



3Un día, de repente, la enfermera introdujo en su consulta una nueva paciente, Auguste Deter. Estaba muy confusa, tenía evidentes problemas de memoria y un comportamiento extravagante. El caso era muy parecido a una demencia senil pero aquella mujer solo tenía 47 años. La historia clínica de Deter, que durante mucho tiempo se creyó perdida, apareció en 1995 de manera inesperada en los archivos de la Universidad de Fráncfort, lo que demuestra que aún pueden producirse hallazgos sorprendentes en los países avanzados. El archivo, de 42 páginas, contiene el informe de admisión y tres historias diferentes, incluidas notas tomadas por el propio Alzheimer. La mayoría del texto está escrito en un tipo de escritura en desuso llamada Sütterlinschrift. El historial también contiene una pequeña hoja de papel con palabras y frases escritas por Deter, puesto que Alzheimer llamó originalmente a la nueva enfermedad «trastorno amnésico de la escritura».


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4Los primeros síntomas de la Sra. Deter fueron cambios en su personalidad, desorientación, y unos fuertes celos hacia su marido. Pronto empezó a mostrar déficits de memoria, que fueron aumentando hasta el punto de no saber orientarse en su propia casa. La paciente no mejoraba, cada vez se encontraba más confundida, desorientada y con delirios. Si Alzheimer le proponía un ejercicio, como identificar algunos objetos, los olvidaba inmediatamente, como si nunca hubiera tenido lugar esa sesión.
Un fragmento de ese historial, escrito por Alzheimer y fechado el 26 de noviembre de 1901, dice así:

5Se sienta en la cama con una expresión desvalida.

—¿Cuál es su nombre?

—Auguste.

—¿Cuál es el nombre de su marido?

—Auguste.

—¿De su marido?

—Ah, mi marido.

Mira como si no entendiera la pregunta.

—¿Está usted casada?

—Con Auguste.

—¿Señora Deter?

—Sí, sí, Auguste Deter.

—¿Cuánto tiempo lleva aquí?

Parece intentar recordar.

—Tres semanas.

—¿Qué es esto?

Le muestro un lápiz.

—Una pluma.

6Una cartera, una llave, un periódico y un puro son identificados correctamente. En la comida, toma coliflor y cerdo. Preguntada sobre qué está comiendo, contesta «espinacas». Mientras está masticando la carne, contesta «patatas» y «nabo». Cuando se le muestran cosas, no recuerda después de un poco de tiempo qué objetos se le han mostrado, entre medias habla de su mellizos. Cuando se le pide que escriba su nombre, intenta escribir Sra. y olvida el resto. Es necesario repetirle cada palabra.
7En una de esas entrevistas, de repente, Auguste hizo una pausa con una mirada que expresaba miedo, desconcierto, vergüenza y dijo lo más parecido a un autodiagnóstico que se podía hacer: «Me he perdido».

8En 1903, Alzheimer se trasladó a Heidelberg, siguiendo a Emil Kraepelin, que le pidió ayuda para identificar la base anatómica de los trastornos psiquiátricos pero se mantuvo pendiente de la evolución de Auguste. Al año siguiente, Kraepelin y Franz Nissl se trasladaron a Múnich y decidieron llevarse a Alzheimer con ellos, como jefe de un departamento de Patología de un nuevo Instituto de Psiquiatría. Alzheimer siguió el deterioro de Auguste Deter durante cuatro años y medio, viéndola perder cada vez más piezas de ese puzle que es la mente humana, cada vez menos posibilidades, menos memorias, menos «alma».
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Emil Kraepelin 


9Cuatro años después de sus primeras manifestaciones clínicas, en 1906, Auguste Deter se volvió incontinente, apática y no se levantaba de la cama. Murió en posición fetal a la relativamente joven edad de 51 años, la misma edad a la que moriría Alzheimer unos años después. Curiosamente, parece que no murió de la enfermedad de Alzheimer, sino de una arteriosclerosis cerebral.
10Tras la muerte de Deter, se fueron encontrando más pacientes de ese tipo. Llegaban a la consulta con lapsos de memoria y problemas de concentración. Se veía cómo se deterioraba su atención a los asuntos personales y cómo perdían interés por las cosas que les rodeaban. Los problemas de memoria aumentaban, viéndose más afectada la memoria de hechos recientes que la de los sucesos del pasado lejano. La desorientación y las dudas al hablar se iban agravando y la pérdida de memoria se acentuaba hasta que eran incapaces de recordar lo que habían dicho o hecho pocos minutos antes. Los pacientes estaban «perdidos», desorientados, sin saber quiénes eran, dónde estaban y en qué época vivían. La comunicación se iba deteriorando y, finalmente, las personas, debilitadas, solían morir de una neumonía o una infección.
11Alzheimer pudo realizar un análisis post mortem del cerebro de Deter y encontró que había sufrido grandes cambios. Había una atrofia generalizada de la corteza cerebral, muchas neuronas habían desaparecido y otras parecían estar llenas de una maraña de hilos o alambres, a los que se llamó ovillos neurofibrilares. Además, en los espacios entre las neuronas se veían unos depósitos con aspecto pegajoso, las denominadas «placas seniles». En la actualidad sabemos que esas dos estructuras neuropatológicas, las placas y los ovillos están formadas por acúmulos de proteínas. En el caso de las placas seniles, por una mezcla compleja de moléculas orgánicas que rodean un núcleo de una proteína llamada beta–amiloide. En el de los ovillos por la formación de una variante especial, insoluble, de las proteínas llamadas tau. Unos meses más tarde, Alzheimer presentó estas observaciones en el congreso de la Asociación Alemana de Alienistas, y los publicó, primero en el Neurologisches Centralblatt en 1906 y un año más tarde, en 1907, en otras dos revistas alemanas. A caballo prácticamente entre ambos años, el 4 de noviembre de 1906, en un congreso de la asociación de psiquiatras del sudoeste de Alemania, Alzheimer presentó una ponencia sobre «eine eigenartige Erkrankung der Hirnrinde», «una enfermedad peculiar de la corteza cerebral». Un padecimiento nuevo estaba empezando a ser conocido.
12Si una enfermedad solo existe cuando tiene nombre, en 1910 nació una nueva, la que todos llamarían la enfermedad de Alzheimer. Su amigo Emil Kraepelin, llamado el «Linneo de la Psiquiatría» pues dedicaba gran parte de su tiempo a la categorización y clasificación de los trastornos psiquiátricos, llamó así al nuevo tipo de demencia, y lo incluyó en la octava edición de su Manual de Psiquiatría.
13Una nueva enfermedad había sido identificada, una que avanzaría rampante en todos los países desarrollados a lo largo del siglo XX. Se calcula que en España afecta en mayor o menor medida a unas 800 000 personas y que otras 200 000 podrían estar no diagnosticadas (datos de la Federación de Enfermos de Alzheimer). No sabemos por qué se desarrolla un alzhéimer. Hay genes que confieren una predisposición y hay un tipo de alzhéimer llamado familiar. En él, muchos de los miembros de una misma familia desarrollan esta enfermedad y a edades muy tempranas. Por otro lado, se acaba de identificar una variante que confiere propensión a sufrir la enfermedad de Alzheimer de tipo tardío, el tipo más normal de demencia.


 14Alzheimer enfermó en el tren en su camino a Breslau donde había sido nombrado catedrático de Psiquiatría. Falleció en 1916. En su obituario, Robert Gaupp, jefe del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Tübingen y predecesor de Alzheimer en la clínica de Kraepelin en Múnich, escribió sobre él:
«Alzheimer fue un hombre con una mente clara y unos poderes creativos inusuales que afrontaba los mayores esfuerzos en su trabajo con un fuerte compromiso por la verdad científica. Con una buena formación, esta combinación de talentos tenía que resultar en unos hallazgos impresionantes en el campo científico. Esto se complementaba por su cordial interés en las personas, su mentalidad de verdadero científico y su gran felicidad en combinar la ciencia con la práctica médica. Aunque él trabajó en un campo especializado pequeño, infinitamente difícil, siempre se esforzó para que su investigación no pusiera en peligro al médico clínico que había en él».

15Su lema era el siguiente: «La modestia excesiva y el abatimiento paralizante no han ayudado a las ciencias a avanzar ni son ayudadas por ellos, lo hará un sano optimismo que busque animoso nuevas vías para comprender, puesto que está convencido de que será posible encontrarlas».
16Alzheimer supo crear un ambiente cordial y grato en el laboratorio. Recibió visitantes de todas partes del mundo, incluidos Nicolás Achúcarro, de España, y Ludwig Merzbacher, alemán nacido en Italia, que terminó trabajando en Buenos Aires, en la Clínica Modelo y, posteriormente, en el Hospital Alemán.

17Alzheimer fue un trabajador meticuloso y nunca publicó prematuramente, lo que le hacía ir relativamente despacio. En una de sus raras visitas al laboratorio de Neuroanatomía, Kraepelin comentó que «los molinos neuroanatómicos de Alzheimer muelen bastante lento». Walther Spielmeyer, su sucesor en Múnich, comentaba sobre la política de publicaciones de Alzheimer:
«Nunca tuvo que luchar por el reconocimiento de su trabajo investigador. La claridad de sus conferencias y escritos convencía a un observador lejano de la importancia de sus resultados. En estos tiempos de prolífica publicación, donde todos piensan que tienen algo importante que decir y donde muchos publicitan las pequeñas cosas que han encontrado una y otra vez, Alzheimer nunca saltó a la arena si no tenía algo importante que mostrar».

18Como vemos, igual que ahora.
La incidencia de la enfermedad de Alzheimer aumenta con la edad. A partir de los 65 años, la posibilidad de sufrir un alzhéimer se dobla cada 5 años y medio. Hay quien piensa que si viviéramos más, todos padeceríamos una demencia de un tipo u otro, y los estudios estadísticos indican que el 75% de las personas de los países desarrollados desarrollaría la enfermedad de Alzheimer si vivieran hasta los cien años. Así que una de dos: o te mueres antes, o padeces la enfermedad de Alzheimer. De hecho, algunos patólogos aseguran que a partir de la edad madura, todos sufrimos la «enfermedad de Alzheimer» pero solo una parte, muchos desgraciadamente, desarrollan la «demencia de Alzheimer». Neuropatológicamente, se distinguen cuatro niveles según la aparición y extensión de la formación de placas y ovillos. Solo hay signos de disfunción metal a partir del final del nivel II o comienzos del tres por lo que se intentan buscar marcadores biológicos de los niveles más tempranos antes de que sean visibles los primeros signos de pérdida de memoria o que se puedan poner en marcha estrategias protectoras. Por tanto, los primeros signos de pérdida de memoria para que se puedan poner en marcha, algo que nos importa a todos.
19En los próximos quince años el número de personas con alzhéimer en España aumentará en torno a un 25%. Ciertos factores de riesgo, como la enfermedad cardiovascular, el tabaco, la hipertensión y la diabetes, son también muy frecuentes entre la población mayor de nuestro país. Hace poco más de cien años que conocemos esta enfermedad y ya es de las que marcan nuestro futuro.
20Según la Asociación de Alzheimer los diez signos de alarma de esta enfermedad son los siguientes:
Pérdida de memoria que afecta a la capacidad laboral.
Dificultad para llevar a cabo tareas familiares.
Problemas con el lenguaje.
Desorientación en tiempo y lugar.
Juicio pobre o disminuido.
Problemas con el pensamiento abstracto.
Colocar cosas en lugares erróneos.
Cambios en el humor o en el comportamiento.
Cambios en la personalidad.
Pérdida de iniciativa.
21Pero recuerda, todos olvidamos cosas de vez en cuando o colocamos objetos fuera de su sitio. Perder la iniciativa, al entrar en una discoteca por ejemplo, puede ser un síntoma de sensatez y no precisamente de enfermedad mental.

PARA LEER MÁS:

Alzheimer, A. (1906). Über eine eigenartige Erkrankung der Hirnrinde. Neurologisches Centralblatt, 23: 1129-1136.
Corrada, M. M.; Brookmeyer, R.; Paganini-Hill, A.; Berlau, D.; Kawas, C. H. (2010). Dementia incidence continues to increase with age in the oldest old: the 90+ study. Ann. Neurol., 67(1): 114-121.
Graeber, M. B.; Kösel, S.; Egensperger, R.; Banati, R. B.; Müller, U.; Bise, K.; Hoff, P.; Möller, H. J.; Fujisawa, K.; Mehraein, P. (1997). Rediscovery of the case described by Alois Alzheimer in 1911: historical, histological and molecular genetic analysis. Neurogenetics, 1: 73-80.
O'Brien, C. (1996). Auguste D. and Alzheimer's disease. Science, 273: 28.
http://www.ibro1.info/Pub/Pub_Main_Display.asp?LC_Docs_ID=3445”

Fragmento de: José Ramón Alonso. “La nariz de Charles Darwin y otras historias de la neurociencia”.














7 oct 2017

B. Paul Auster



B

Cuando tenía quince años conocí a un perro de una raza poco común en este país. Se estableció una química especial entre nosotros. El perro tenía una personalidad extraordinaria, al igual que su nombre: un monosílabo que comenzaba con la letra B. Yo iba a visitar a B todos los días al salir del instituto. Cuando empecé a ir a la universidad y ya no pude verlo más, lo eché muchísimo de menos. Diez años después me puse en contacto con un criador de perros  y le pedí un cachorrito que fuese como B. Me dijo que un pequeño apartamento en Nueva York no era el lugar más apropiado para un cachorro de tal categoría y se negó a vendérmelo.
Me inscribí en la Sociedad Protectora de Animales y al día siguiente salí al extranjero en viaje de negocios. Durante mi estancia, un amigo me invitó a pasar un fin de semana en la casa de campo de su madre, pues le había dicho que quería conocerme. A la hora de la comida siempre había un cubierto dispuesto en la mesa para ella, pero la señora nunca apareció. El domingo volvíamos en coche a la ciudad por un camino arbolado cuando nos encontramos con una mujer altísima y de aspecto austero, flanqueada por los dos perdigueros más grandes y tranquilos que he visto en mi vida. Mi amigo me presentó a su madre. No me bajé del coche y ella sólo me dirigió dos o tres palabras. Mientras la observaba hablar, sin disculparse en ningún momento por su notoria ausencia, me invadió una sensación que no había sentido desde mis días de instituto con B. Me pareció que existía la misma afinidad entre la mujer y los dos perros que tenía junto a ella. Nos dijimos unas breves palabras de despedida y seguimos viaje.
De vuelta en Nueva York, dos semanas más tarde, recibí por la mañana una llamada de la Sociedad Protectora de Animales. Me habían conseguido un cachorro de gran tamaño, y preguntaban si me interesaba quedármelo. A esas alturas ya no contaban conmigo, pues me habían estado llamando mientras estaba en el extranjero sin obtener respuesta. Aquella última llamada se había debido, curiosamente, a un error técnico en su base de datos. Pero el cachorro seguía allí. Llamé al trabajo y dije que no podía ir porque me encontraba mal, cogí un taxi y fui directa a la Sociedad Protectora de Animales de la calle Noventa y dos, junto al río. Me condujeron hasta una pequeña jaula que se hallaba en medio de un enorme laberinto de jaulas para perros, dispuestas en tres alturas. Tumbado lánguidamente en el suelo había un cachorro negro. Excepto por su aspecto demacrado, era exactamente igual que B. Abrí la puerta, me agaché e hice todo lo imposible para que se acercase a mí. El severo e impasible encargado me aseguró que aquel cachorro no me convenía. Era obvio que el animal era demasiado terco. Me puse de pie, dispuesta a marcharme. Pero entonces, por alguna razón, me vino a la mente el nombre Ben. Lo dije en voz alta y me detuve. Cuando me di la vuelta, el cachorro salió corriendo de la jaula, dio un salto, me puso las patas alrededor del cuello, me lamió la cara y se hizo pis encima de mí. En contra de todas las objeciones del encargado, me quedé con aquel cachorro de perdiguero llamado Ben.
Los dos estábamos exhaustos cuando llegamos a mi apartamento ya tarde aquella noche. Nada más entrar, vi en el suelo un sobre azul de correo aéreo que alguien había deslizado por debajo de la puerta, aparentemente por error. El cachorro se quedó paralizado delante del sobre y se negó a entrar en mi apartamento hasta que recogí la carta del suelo. Mientras la leía, se sentó y no me quitó los ojos de encima. La carta era de la madre de mi amigo, el que vivía en el extranjero. Se disculpaba por escribirme puesto que apenas nos conocíamos. Le había pedido mi dirección a su hijo. En su carta me decía que, por alguna misteriosa razón, sintió que era importante comunicarme que su perro, Ben, al que yo había conocido en aquel camino arbolado, había muerto repentinamente. Sólo quería que lo supiese. Antes de despedirse me preguntaba si había encontrado ya al cachorro que buscaba.

SUZANNE STROH
Middleburg, Virginia

Pasaje de: Auster, Paul. “Creía que mi padre era Dios.”
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28 ago 2017

Louise Leakey investiga el origen de la humanidad



Louise Leakey pregunta: "¿Quiénes somos?" La pregunta la lleva al Valle del Rift en África Oriental, donde ella busca los orígenes evolutivos de la humanidad - y sugiere una nueva visión impresionante de nuestros antepasados ​​competidores.





Esta charla fue presentada en una conferencia oficial de TED, y fue presentada por nuestros editores en la página de inicio.


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Rajesh Rao: Una Piedra Rosetta para la escritura perdida



Rajesh Rao está fascinado por "la madre de todos los crucigramas": cómo descifrar la escritura de más 4000 años de antigüedad.









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Genevieve von Petzinger ¿Por qué se encuentran estos 32 símbolos en cuevas antiguas de toda Europa?

El lenguaje escrito, el sello distintivo de la civilización humana, no apareció repentinamente un día. Miles de años antes de los primeros sistemas de escritura completamente desarrollados, nuestros ancestros garabateados signos geométricos a través de las paredes de las cuevas...




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David Christian: la historia de nuestro mundo



Respaldado por impresionantes ilustraciones, David Christian narra una historia completa del universo, desde el Big Bang a Internet, en un fascinante 18 minutos. Ésta es "Gran Historia": una mirada esclarecedora y de gran angular sobre la complejidad, la vida y la humanidad, en contra de nuestra escasa participación en el calendario cósmico.










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Bassam Tariq: La belleza y diversidad de la vida musulmana



Bassam Tariq es un blogger, un cineasta y un carnicero halal, pero un hilo que une su trabajo: su alegría por la diversidad, la humanidad de nuestras experiencias individuales. En esta encantadora charla, comparte clips de su película "These Birds Walk" e imágenes de su gira de 30 mezquitas en 30 días - y nos recuerda que debemos considerar la hermosa complejidad dentro de todos nosotros.








Cortesía   TED       YouTube MX


Al leer el Corán



Lesley Hazleton se sentó un día para leer el Corán. Y lo que ella encontró - como un no-musulmán, un auto-identificado "turista" en el libro sagrado islámico - no era lo que ella esperaba. Con una erudición seria y un humor cálido, Hazleton comparte la gracia, la flexibilidad y el misterio que encontró, en esta charla que desmiente los mitos.

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Esta charla fue presentada a una audiencia local en TEDxRainier, un evento independiente. Los editores de TED lo incluyeron entre nuestras selecciones en la página de inicio.

25 ago 2017

26 abr 2017

“Los griegos, el Olimpo y los héroes de la literatura”



Los griegos, el Olimpo y los héroes de la literatura

La Cultura.
Todo lo que hay que saber.
Dietrich Schwanitz, 1999




1. Las ciudades-estado griegas (800-500 a. C.)

Hasta el año 800 a. C., los pueblos griegos fueron estableciéndose en sus últimas sedes primitivas ocupando Grecia y las islas del Egeo. En la época arcaica que transcurre entre el 800 y el 500 a. C., la nobleza arrebató el poder a los reyes. Se formaron distintas ciudades-estado a modo de centros políticos: Atenas, Esparta, Corinto, Tebas, Argos, etcétera; pero el sentimiento de unidad de los griegos se mantuvo gracias a las fiestas, los juegos y los cultos panhelénicos (en griego, Grecia se dice Hélade, y pan significa todo).



2. Los Juegos Olímpicos (776 a. C.−393 d. C.)

Como todas las culturas de carácter aristocrático, los griegos eran deportistas, por lo que celebraban juegos en Olimpia, de los que tenemos testimonio desde el 776 a. C. Estos juegos se celebraban con regularidad cada cuatro años, y lo siguieron haciendo hasta el 393 d. C. Los griegos competían en las modalidades de carrera (de corto y largo recorrido), lucha, carreras de caballos y otros concursos, como el de trompetistas. El premio era una corona confeccionada con hojas del olivo plantado por Hércules. En la rica Atenas, el ganador recibía además 500 dracmas, un puesto de honor en las celebraciones oficiales y una especie de asistencia social para toda su vida, esto es, su manutención corría a cargo del Estado.


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3. El Oráculo de Delfos

El Oráculo de Apolo, en Delfos, se convirtió en el centro religioso de Grecia. Cuando se lo consultaba, una sacerdotisa, tras ingerir ciertas drogas, entraba en trance y pronunciaba palabras inconexas, a las que un sacerdote daba coherencia en forma de ambiguos proverbios. A partir de éstos, el que iba en busca de consejo extraía una predicción que era tan contradictoria como las recomendaciones de una moderna comisión de expertos.

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El origen de los dioses

El reino de los dioses griegos —el Panteón— está formado por un linaje muy ramificado con infinitas relaciones de parentesco. Así, las numerosas historias particulares son verdaderamente partes de una saga familiar.
Todo comenzó cuando Urano cometió incesto con su madre Gea, también conocida como la «Madre Tierra». De este acto surgieron primero los Cíclopes y después los Titanes. Cuando Urano envió a los rebeldes Cíclopes al Tártaro (una especie de inframundo confortable), Gea dio una hoz a su hijo menor Cronos, llamado «el Tiempo», con la que éste cortó los genitales a su padre, los lanzó al mar y de la roja espuma surgió Afrodita, llamada «la diosa del amor nacida de la espuma». Cronos se casó con su hermana Rea y ocupó el trono de su padre. Sin embargo, se le predijo que también él sería destronado por sus hijos —en fin de cuentas, era lo que él les había enseñado—. Para evitarlo, devoró a todos sus hijos: Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón. A su esposa Rea, esto le pareció enormemente absurdo y escondió a su tercer hijo varón, Zeus, en Creta, donde fue criado junto a su hermano de leche Pan y alimentado con la leche de la cabra Amaltea y con miel (después, en señal de gratitud, Zeus haría del cuerno de cabra la Cornucopia, o cuerno de la abundancia).

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4. La rebelión de Zeus

Ya adulto, Zeus se coló como camarero en casa de su padre Cronos, y mezclando un vomitivo en su bebida hizo que arrojara íntegros todos los hijos que se había tragado. Este vómito desencadenó una serie de guerras entre Cronos y sus hijos. Zeus liberó del Tártaro a los Cíclopes, quienes armaron a los tres hermanos varones: Zeus recibió el rayo, Hades el casco mágico y Poseidón su tridente. A continuación, Hades, oculto tras su casco, robó las armas de Cronos, y mientras Poseidón lo mantenía en jaque con su tridente, Zeus le dio muerte con el rayo. Después comenzó la lucha con los Titanes, pero antes de que pudiera empezar, los nerviosos gigantes se asustaron tanto con el repentino grito de Pan que se dieron a la fuga y regalaron al mundo el concepto de «pánico». Para castigar su miedo, su jefe Atlas fue condenado a sostener el cielo. Todos los demás deberían soportar los balcones de las grandes mansiones del periodo de expansión industrial del siglo XIX. Las Titánides, en cambio, fueron perdonadas. Posteriormente, los tres dioses hermanos se repartieron el mundo: Hades escogió el mundo subterráneo, Poseidón el mar y Zeus la tierra.

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5. Atenea

Comenzó el reinado de Zeus, el padre de los dioses. Su primer acto oficial fue la violación de Metis. Nuevamente, un oráculo había anunciado que el hijo de esta unión destronaría a Zeus, por lo que éste devoró inmediatamente a la titánide Metis, que estaba embarazada, confirmando una vez más la regla de que los hijos están condenados a imitar a su odiado padre. Tras nueve meses, Zeus empezó a sentir fuertes dolores de cabeza, y con la ayuda de Hefesto, su cabeza alumbró a Atenea que vino al mundo completamente armada. Debido a su origen y por haber nacido, sin madre alguna, del propio cerebro de Zeus, Atenea se convirtió en la diosa de la sabiduría. En sus aventuras amorosas, Zeus se volvió cada vez más desconsiderado. Así, por ejemplo, como Sísifo, el gobernador de Corinto, había revelado al desesperado dios de los ríos dónde había escondido Zeus a su hija, éste lo condenó de por vida a arrastrar hasta la cima de una montaña una roca que siempre volvía a precipitarse ladera abajo una vez en la cima.




6. Los adulterios de Zeus: Temis, Leda y Semele

Con su esposa Hera, Zeus tuvo varios hijos, entre ellos Ares, el dios de la guerra, y Hefesto, el herrero. Hera le reprochaba continuamente su infidelidad, con lo que sólo logró que Zeus buscara más ávidamente otras mujeres. Así, con Temis tuvo a las tres diosas del destino, con Mnemosine (la memoria) tuvo a las nueve Musas, y con la hija de Atlas tuvo a Hermes, el mensajero de los dioses. Huyendo de su celosa esposa Hera, en cada una de sus escapadas se vio obligado a cambiar constantemente de aspecto. Adoptó la forma de una serpiente para tener una hija con Perséfone: Ártemis. Transformado en cisne, sedujo a Leda, que puso un huevo del que salieron los gemelos Cástor y Pólux y la bella Helena. Su relación con Semele, la madre de Dionisos, el dios del vino y de la embriaguez, fue todavía más espectacular: Hera había convencido a Semele, que estaba embarazada, para que no permitiera que Zeus siguiera metiéndose en su cama; Zeus, llevado por un sentimiento de frustración, destruyó con su rayo a Semele; pero Hermes salvó a la criatura introduciéndola en el muslo de Zeus, de donde nació al cabo de tres meses.

7. Hermes

Hermes era el más inteligente de los dioses. Siendo todavía muy joven, cayó en la delincuencia, sobre todo a causa del robo de ganado y complicados engaños. Inventó la lira, el alfabeto, la escala musical, el pugilato, los números, la balanza y el cultivo del olivo. Sus dos hijos heredaron su talento a partes iguales: Autólico se convirtió en ladrón, y Dafnis creó la poesía pastoril. Después, Hermes se excedió y engendró con Afrodita a Hermafrodito, ser de dos sexos, largos cabellos y pechos de mujer.


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8. Afrodita

Aunque casada con Hefesto, Afrodita se entregó tan intensamente al amor libre como el mismo Zeus, logrando seducir incluso al malhumorado Ares, dios de la guerra. Con Dionisos engendró a Príapo, un niño cuyos enormes genitales apenas lograban compensar su enorme fealdad. E incluso tuvo un romance con Anquises, un mortal, y de este modo se convirtió en madre de Eneas, el único troyano que logró escapar del infierno de su ciudad y que, en sustitución de Troya, fundó la ciudad de Roma.
Pero Afrodita era celosa. Llevada por este desagradable sentimiento, hizo que Mirra se enamorara de su propio padre y se acostara con él cuando estaba bebido. Al recuperarse, el padre comprendió el horrible acto cometido y persiguió lleno de ira a su hija, pero Afrodita la transformó en un árbol, la mirra, de cuya corteza nació el bello Adonis. Cuando Adonis creció, Afrodita también mantuvo relaciones con él, provocando tales celos en el pendenciero Ares que éste se convirtió en jabalí y, durante una cacería, desgarró a Adonis con sus colmillos.
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9. Artemis

Artemis, hija de Zeus, era el polo opuesto de Afrodita. Su padre le dio el don de la virginidad perpetua. Armada con flecha y arco, se convirtió en la virginal diosa de la caza, recibiendo posteriormente el nombre de Diana o Titania. Con este nombre aparece en El sueño de una noche de verano, de Shakespeare, como reina de las hadas; también fue el modelo del personaje de la virginal reina Elisabeth.


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10. Dionisos

El más anárquico de los hijos de Zeus fue Dionisos, que enseñó a los hombres a prensar las uvas y a celebrar embriagadoras fiestas. Él mismo solía andar por la región en compañía de salvajes Sátiros y desinhibidas Ménades y Bacantes, y por donde pasaba difundía un estado de excitación mórbido-festivo. La tragedia surgió precisamente durante la implantación en Atenas de las fiestas en honor a Dionisos ( Grecia, Tragedia).


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11. Prometeo: la caja de Pandora

Prometeo fue el creador de los hombres. Era un titán hermano de Atlas; pero más listo que él, previo la victoria de Zeus y se puso de su lado. Después, sin embargo, atentó contra su poder al hacer entrega del fuego a los hombres. Como castigo, Zeus creó a Pandora, la más bella de las mujeres, y la dotó de una caja que contenía todos los males de la humanidad: la vejez, la enfermedad, la locura, los vicios y las pasiones. Zeus envió a Pandora y a su caja a Epimeteo, el hermano de Prometeo, quien presintió la desgracia y desaconsejó a Epimeteo que abriera la caja. Como castigo, Zeus encadenó a Prometeo en el monte Cáucaso e hizo que dos águilas devorasen diariamente su hígado. Por traer la luz a los hombres, por ser el primer ilustrado, Prometeo se convirtió en el modelo del revolucionario.


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12. Europa

Los dioses también mantenían relaciones sexuales con los mortales, cuyo fruto fueron los semidioses y los héroes. Agenor de Palestina es el padre de Europa. Cuando Hermes estaba pastoreando su ganado junto al mar, Zeus se transforma en un hermoso toro blanco y rapta a Europa. Agenor manda a sus hijos a buscarla: Fénix marcha a Fenicia y se convierte en el ancestro de los cartagineses; Cílix viaja a Cilicia y Tarso a la isla que lleva su nombre. Cadmos, en cambio, viaja a Grecia, funda la ciudad de Tebas y se casa con Harmonía, la hija de Ares. A la boda acuden todos los dioses y ofrecen a la novia un collar que, aunque confiere una belleza irresistible a quien lo posee, también puede atraer la desgracia, lo que afectaría sobre todo al descendiente de la pareja: el rey Layo.



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Cuadro de Peter Paul Rubens del año 1628-29, en el que se muestra a Europa agarrada de un cuerno del toro alejándose de la costa.
13. Edipo

A Layo, el Oráculo de Delfos le había predicho que su hijo lo mataría y que después éste desposaría a su propia madre. Para evitar tamaña calamidad, Layo abandonó a su hijo Edipo. Criado por un pastor, Edipo se encontró con su padre sin reconocerlo y, en el curso de una acalorada discusión sobre quién tenía prioridad de paso, acabó por darle muerte. Después liberó la ciudad de Tebas de la Esfinge, el monstruo devorador de hombres, al conseguir resolver su enigma (¿Cuál es el animal que primero tiene cuatro pies, después dos y finalmente tres? —Un enigma que verdaderamente no era difícil de resolver, pero la Esfinge se suicidó cuando fue resuelto—). Como recompensa desposó a la reina viuda, su madre Yocasta, cumpliendo de este modo la sentencia del Oráculo. Puesto que ahora debía velar por el bien de la ciudad, cuando irrumpió la peste consultó al Oráculo délfico, que le aconsejó: persigue al asesino de Layo. El adivino Tiresias, ciego y hermafrodita, le revelaría que había sido él mismo quien había matado a su padre y se había acostado con su madre. Edipo se horrorizó tanto que cogiendo un broche del vestido de su madre se quitó la vista. Tema digno de tragedia, el poeta Sófocles (496-406 a. C.) escribió dos tragedias sobre Edipo. Freud, sin embargo, fue mucho más allá y afirmó que todos los europeos y los norteamericanos padecían el complejo de Edipo.
En Tebas tomó el mando Creonte, tío y cuñado de Edipo, quien desposó a su hijo con Antígona, hija de Edipo, a la que le prohibió enterrar el cadáver de su hermano Polinices, caído en combate contra Tebas ( Lenguaje, Autorreferencialidad). De este modo la situó en un conflicto de deberes entre la razón de Estado y la piedad familiar, lo que inspiró a Sófocles una tragedia sobre Antígona, y a Hegel su teoría de la tragedia.



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14. Anfitrión

Lo que se presta a una verdadera comedia, en cambio, es la historia de Anfitrión: el rey de Micenas le había dado como esposa a su hija Alcmena y Anfitrión le pagó con la muerte. Ante la sed de venganza de su hijo, Anfitrión huye a Tebas y ayuda a su tío Creonte en sus guerras. Pero Zeus se enamoró de Alcmena y se hizo pasar por su marido, de modo que, cuando Anfritión regresó del combate, tuvo que oír que ya había estado allí. Basándose en esta historia, Plauto, Molière, Kleist y Giraudoux han escrito magníficas comedias de enredo.


Anfitrión y Alcmena ven a Heracles matar a las serpientes. Ilustración de Robinet Testard (fl. 1470-1531) para la edición de Cognac del s. XVI de la obra Histoires de Troyes, publicada por primera vez por Raoul Lefèvre en el s. XV.


15. Heracles

El fruto de la unión entre Zeus y Alcmena fue Heracles (Hércules, en latín) célebre por sus doce penosos trabajos: entre otras cosas, tuvo que limpiar los establos de Augias; dar caza al can Cerbero, el guardián de los infiernos; dar muerte a la hidra de las cien cabezas; estrangular al león de Nemea, cuya piel lleva desde entonces en su brazo, y coger las manzanas del Jardín de las Hespérides tras una feroz lucha con Anteo, que recuperaba sus fuerzas cada vez que tocaba el suelo.


16. El laberinto

Zeus había raptado a Europa y se la había llevado a Creta. Allí, Europa dio a luz a Minos, quien había heredado de su madre su predilección por los toros hermosos. Como Minos no quiso sacrificar el magnífico toro blanco que Poseidón había enviado desde el mar, sino que prefirió conservarlo, el dios se vengó de su rebeldía haciendo que su esposa Pasifae se enamorara del toro. Ella encargó al famoso artesano Dédalo que le construyera una vaca de madera de hermosas piernas en la”“que pudiera meterse. Cuando el toro blanco vio la trampa, se dejó llevar por su ciego impulso, y Pasifae se quedó embarazada de un monstruo —medio toro, medio hombre—, que se convertiría en el horrible Minotauro, asesino de hombres. Para ocultar el escándalo, Dédalo tuvo que construir un laberinto en el que Minos encerró al Minotauro, y en el que también lo encerró a él, con objeto de que no revelase el secreto del que era conocedor. Pero Dédalo era un constructor hábil y con plumas y cera fabricó en secreto unas alas para él y para su hijo Icaro. Con ellas pudieron alzar el vuelo y escapar. Cuando el desafortunado Icaro, desoyendo las advertencias de su padre, se acercó demasiado al Sol, el inmenso calor derritió la cera y se precipitó en el mar de Icaria.





17. Teseo

 Mientras tanto, Poseidón había engendrado a Teseo, entregándoselo como hijo adoptivo a Egeo, rey de Atenas. Ya adulto, Teseo se propuso liberar a Creta del Minotauro. Para ello contó con la ayuda de Ariadna, la hija de Minos, quien le dio un hilo con el que pudo salir del laberinto después de dar muerte al Minotauro. A petición suya, Teseo se llevó a Ariadna consigo de regreso a casa, aunque por razones desconocidas la dejó abandonada en la isla de Naxos, donde ella prorrumpió en amargos lamentos. Pronto fue vengada, pues en su viaje de vuelta Teseo olvidó izar la vela blanca en señal de éxito, tal y como había convenido con su padre. Cuando Egeo divisó la vela negra del fracaso, se arrojó desesperado al mar que desde entonces lleva su nombre.
Posteriormente, Teseo luchó en numerosas ocasiones contra las feministas Amazonas (a mazon significa «sin pecho», pues las mujeres guerreras se cortaban un pecho para poder tensar mejor el arco).
En la familia de los Atridas hubo tantos crímenes como en la de Edipo. Los hermanos Atreo y Tiestes rivalizaban por el dominio de Micenas y por la misma mujer: Aerope, esposa de Atreo y amante de Tiestes. Atreo engendró a Agamenón y a Menelao, y Tiestes a Egisto, quien con el tiempo se convertiría en asesino de Atreo.
Después de todos estos crímenes, Agamenón fue rey y desposó a Clitemnestra, la hija de Tántalo (que padecía en el Hades el suplicio que lleva su nombre: cada vez que quería beber, el agua se apartaba de él). Su hermano Menelao, en cambio, se casó con la hija de Leda, la bella Helena. Afrodita predestinó a ambas a llevar la desgracia a los hombres a causa de sus infidelidades matrimoniales.
Y así llegamos a la guerra de Troya y a la Ilíada y la Odisea.
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La Ilíada y la Odisea

18. Paris y la bella Helena

Héctor y Paris eran, entre otros muchos, hijos de Príamo, rey de la ciudad de Troya situada en el estrecho de los Dardanelos. Poco antes de que Paris naciera, su madre, Hécuba, soñó que su hijo llevaría la ruina a Troya, así que Príamo encargó al administrador de sus rebaños dar muerte a su hijo; pero aquél lo dejó vivir e hizo de él un pastor que pronto destacó por su belleza y su incorruptible juicio en el peritaje del ganado. Por eso Zeus le confió el papel de juez en un concurso de belleza en el que competían Atenea, Hera y Afrodita, encomendándole que entregara como premio una manzana a la más bella de entre las tres. Afrodita consiguió corromperlo con la promesa de darle el amor de la bella Helena, y Paris le concedió la manzana. Decepcionadas, Atenea y Hera deciden destruir Troya.







19. La expedición griega a Troya

París fue reconocido como hijo de Príamo y raptó a Helena de Esparta, llevándosela consigo a Troya. Después Agamenón convocó a todos los reyes griegos en Aulide, donde celebraron una asamblea en la que se decidió llevar a cabo una expedición de castigo. Pero una minoría radical quiso escabullirse: Ulises fingió estar loco, Aquiles fue ocultado bajo ropas de mujer por su madre Tetis. Pero con la ayuda del viejo Néstor y del hercúleo Ayax, fueron descubiertos y obligados a participar; no obstante, Aquiles pudo llevar consigo a su querido Patroclo. La calma del mar impedía a la flota partir, hasta que el sacerdote Calcante, un desertor troyano, aconsejó a Agamenón que sacrificara a su hija Ifigenia para así aplacar a Artemis: cuando el hacha ya caía, los dioses arrebataron a Ifigenia llevándosela a Táuride. Pese a ello, la flota pudo partir.

20. La cólera de Aquiles

Durante diez años los griegos sitiaron la ciudad. La historia de la Ilíada comienza verdaderamente al décimo año de asedio: para entonces, Aquiles, junto con su tropa, se ha convertido en el guerrero más importante. Sin embargo, cuando Agamenón le roba a un rehén troyano se encoleriza y se retira de la batalla. Mientras tanto, Héctor de Troya” “comete un sangriento error y da muerte a Patroclo, el querido amigo de Aquiles. Lleno de cólera, Aquiles hace que los troyanos retrocedan de nuevo a su ciudad, da muerte a Héctor y, atándolo a la cola de su caballo, arrastra su cuerpo, dando tres veces la vuelta alrededor de Troya.
Cuando Aquiles nació, su madre, Tetis, lo sumergió en las aguas del Estigia, el río del mundo subterráneo, con el fin de hacerlo invulnerable. Pero el agua del Estigia no llegó al talón por el que su madre lo sujetaba, y justamente en ese lugar le alcanzó la flecha de París que le dio muerte. Y las murallas de Troya no querían caer.


    



21. El caballo de Troya y Laocoonte

Ulises idea un ardid eficaz: los griegos construyen un gran caballo de madera y hacen que un supuesto desertor difunda la noticia de que el caballo hace invencible a su propietario. A continuación levantan aparentemente el sitio de la ciudad, tras haber escondido a sus mejores guerreros en el interior del caballo. Cuando el sacerdote Laocoonte estaba advirtiendo a los troyanos de los peligros del caballo, Apolo envía dos serpientes que estrangulan a Laocoonte y a sus hijos gemelos. Príamo, en la creencia de que Laocoonte había sido castigado por haber ultrajado la imagen de culto, hace que introduzcan el caballo en la ciudad. En su interior, los guerreros griegos aguardan a que caiga la noche, salen secretamente del caballo y abren la puerta de la ciudad al resto del ejército. Así comienza el origen de todos los saqueos, masacres y destrucciones. Por fin caen las murallas de Troya y la ciudad es arrasada.


De Troya, Laocoonte. De Grecia, la serpiente 



22. Entreacto trágico: Orestes y Electra

A Agamenón no le da tiempo a disfrutar de su victoria, pues, a su regreso a casa, su esposa Clitemnestra hace que encuentre la muerte a manos de su amante, Egisto. Orestes y Electra, hijos de Agamenón, escapan de la masacre. Pasados ocho años, Orestes regresa y, con la ayuda de su hermana Electra da muerte a su madre y a Egisto. El matricidio provoca la persecución de las Erinias, las diosas de la venganza. Finalmente, en Atenas tiene lugar un juicio en el que se dilucida sobre la primacía del patriarcado o del matriarcado. Como Atenea, la huérfana de madre, se pone del lado de los hombres, Orestes es absuelto: para vengar a su padre, podía matar a su madre; Hamlet ya no podrá hacerlo. La historia, un magnífico argumento para una tragedia, inspiró también Mourning Becomes Electra, la obra de O’Neill.



23. La Odisea: las aventuras de Ulises

La Odisea narra el prolongado viaje de regreso de Ulises y su vuelta a casa, en Ítaca. El héroe demuestra su astucia en numerosas aventuras. Para salvarse de Polifemo, cíclope devorador de hombres, Ulises y sus acompañantes lo emborrachan, le queman su único ojo y después, escondidos entre su ganado, escapan de él. Asimismo, Ulises logra sustraerse al intento de la hechicera Circe de convertirlo en cerdo, lo que no todos consiguen. Después se encuentra con las Sirenas, cuyo canto, al igual que el de Loreley, lleva a la muerte a quien lo escucha. Pero Ulises, siguiendo el consejo de Circe, tapona con cera los oídos de su gente, mientras él se hace atar al mástil de su barco para no sucumbir a la atracción mortal de la música. Así, según Theodor W. Adorno se convierte en el primer asistente a un concierto. Posteriormente debe atravesar con su barco un estrecho, en el que a la izquierda se abre el remolino de Caribdis y a la derecha acecha el monstruo de Escila. Finalmente Ulises naufraga y desembarca solo y desnudo en la isla de los feacios, donde lo cura Nausicaa, la hija del rey, quien proporciona a Ulises un barco que finalmente lo lleva a Ítaca.



24. La llegada a casa

Veinte años ha faltado Ulises de casa, durante los cuales ciento doce pretendientes no han dejado de asediar a su esposa Penélope, que ha prometido decidirse por uno de ellos tan pronto como acabe de tejer la mortaja para su suegro Laertes. Penélope deshace por la noche lo que ha tejido por el día. Cuando Ulises llega a casa se disfraza de mendigo. Su perro Argos no precisa servirse de sus ojos de lince para reconocerlo inmediatamente, pero no así su mujer. Cuando Penélope anuncia que se casará con el pretendiente que sea capaz de tensar el arco de Ulises y pasar su flecha a través de un anillo formado por doce hachas, Ulises coge el arco, lo tensa, pasa la flecha por el anillo, se descubre y, con la ayuda de sus criados y de su hijo Telémaco, da muerte a los pretendientes. Por fin ha logrado reunirse con Penélope, como lo hará tres mil años después el dublinés Leopold Bloom con su esposa Molly.




Pasaje de: Schwanitz, Dietrich. La cultura.1999
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