17 may 2012

Mario Benedetti: Primavera con una esquina rota, Dos cuentos.


 


 Beatriz (La polución)

Dijo el tío Rolando que esta ciudad se está poniendo imbancable de tanta polución que tiene. Yo no dije nada para no quedar como burra pero de toda la frase sólo entendí la palabra ciudad. Después fui al diccionario y busqué la palabra imbancable y no está. El domingo, cuando fui a visitar al abuelo le pregunté qué quería decir imbancable y él se río y me explicó con buenos modos que quería decir insoportable. Ahí sí comprendí el significado porque Graciela, o sea mi mami, me dice algunas veces, o más bien casi todos los días, por favor Beatriz por favor a veces te pones verdaderamente insoportable. Precisamente ese mismo domingo a la tarde me lo dijo, aunque esta vez repitió tres veces por favor por favor por favor Beatriz a veces te pones verdaderamente insoportable, y yo muy serena, habrás querido decir que estoy imbancable, y a ella le hizo gracia, aunque no demasiada pero me quitó la penitencia y eso fue muy importante. La otra palabra, polución, es bastante más difícil. Esa sí está en el diccionario. Dice, polución: efusión de semen. Qué será efusión y qué será semen. Busqué efusión y dice: derramamiento de un líquido. También me fijé en semen y dice: semilla, simiente, líquido que sirve para la reproducción. O sea que lo que dijo el tío Rolando quiere decir esto: esta ciudad se está poniendo insoportable de tanto derramamiento de semen. Tampoco entendí, así que la primera vez que me encontré con Rosita mi amiga, le dije mi grave problema y todo lo que decía el diccionario. Y ella: tengo la impresión de que semen es una palabra sensual, pero no sé qué quiere decir. Entonces me prometió que lo consultaría con su prima Sandra, porque es mayor y en su escuela dan clase de educación sensual. El jueves vino a verme muy misteriosa, yo la conozco bien cuando tiene un misterio se le arruga la nariz, y como en la casa estaba Graciela, esperó con muchísima paciencia que se fuera a la cocina a preparar las milanesas, para decirme, ya averigüé, semen es una cosa que tienen los hombres grandes, no los niños, y yo, entonces nosotras todavía no tenemos semen, y ella, no seas bruta, ni ahora ni nunca, semen sólo tienen los hombres cuando son viejos como mi padre o tu papi el que está preso, las niñas no tenemos semen ni siquiera cuando seamos abuelas, y yo, qué raro eh, y ella, Sandra dice que todos los niños y las niñas venimos del semen porque este liquido tiene bichitos que se llaman espermatozoides y Sandra estaba contenta porque en la clase había aprendido que espermatozoide se escribe con zeta. Cuando se fue Rosita yo me quedé pensando y me pareció que el tío Rolando quizá había querido decir que la ciudad estaba insoportable de tantos espermatozoides (con zeta) que tenía. Así que fui otra vez a lo del abuelo, porque él siempre me entiende y me ayuda aunque no exageradamente, y cuando le conté lo que había dicho tío Rolando y le pregunté si era cierto que la ciudad estaba poniéndose imbancable porque tenía muchos espermatozoides, al abuelo le vino una risa tan grande que casi se ahoga y tuve que traerle un vaso de agua y se puso bien colorado y a mí me dio miedo de que le diera un patatús y conmigo solita en una situación tan espantosa. Por suerte de a poco se fue calmando y cuando pudo hablar me dijo, entre tos y tos, que lo que tío Rolando había dicho se refería a la contaminación atmosférica. Yo me sentí más bruta todavía, pero enseguida él me explicó que la atmósfera era el aire, y como en esta ciudad hay muchas fábricas y automóviles todo ese humo ensucia el aire o sea la atmósfera y eso es la maldita polución y no el semen que dice el diccionario, y no tendríamos que respirarla pero como si no respiramos igualito nos morimos, no tenemos más remedio que respirar toda esa porquería. Yo le dije al abuelo que ahora sacaba la cuenta que mi papá tenía entonces una ventajita allá donde está preso porque en ese lugar no hay muchas fábricas y tampoco hay muchos automóviles porque los familiares de los presos políticos son pobres y no tienen automóviles. Y el abuelo dijo que sí, que yo tenía mucha razón, y que siempre había que encontrarle el lado bueno a las cosas. Entonces yo le di un beso muy grande y la barba me pinchó más que otras veces y me fui corriendo a buscar a Rosita y como en su casa estaba la mami de ella que se llama Asunción, igualito que la capital de Paraguay, esperamos las dos con mucha paciencia hasta que por fin se fue a regar las plantas y entonces yo muy misteriosa, vas a decirle de mi parte a tu prima Sandra que ella es mucho más burra que vos y que yo, porque ahora sí lo averigüé todo y nosotras no venimos del semen sino de la atmósfera.


Primavera con una esquina rota / Beatriz (Una palabra enorme)













Libertad es una palabra enorme. Por ejemplo, cuando terminan las clases, se dice que una está en libertad. Mientras dura la libertad, una pasea, una juega, una no tiene por qué estudiar. Se dice que un país es libre cuando una mujer cualquiera o un hombre cualquiera hace lo que se le antoja. Pero hasta los países libres tienen cosas muy prohibidas. Por ejemplo matar. Eso sí, se pueden matar mosquitos y cucarachas, y también vacas para hacer churrascos. Por ejemplo está prohibido robar, aunque no es grave que una se quede con algún vuelto cuando Graciela, que es mi mami, me encarga alguna compra. Por ejemplo está prohibido llegar tarde a la escuela, aunque en ese caso hay que hacer una cartilla mejor dicho la tiene que hacer Graciela, justificando por qué. Así dice la maestra; justificado.
Libertad quiere decir muchas cosas. Por ejemplo, si una no está presa, se dice que está en libertad. Pero mi papá está preso y sin embrago está en Libertad, porque así se llama la cárcel donde está hace ya muchos años. A eso el tío Rolando lo llama qué sarcasmo. Un día le conté a mi amiga Angélica que la cárcel en que está mi papi se llama Libertad y que el tío Rolando había dicho que era un sarcasmo y a mi amiga Angélica le gustó tanto la palabra que cuando su padrino le regaló un perrito le puso de nombre Sarcasmo. Mi papá es un preso, pero no porque haya matado o robado o llegado tarde a la escuela. Graciela dice que papá está en libertad, o sea está preso, por sus ideas. Parece que mi papá era famoso por sus ideas. Yo también a veces tengo ideas, pero todavía no soy famosa. Por eso no estoy en Libertad, o sea que no estoy presa.
Si yo estuviera presa, me gustaría que dos de mis muñecas, la Toti y la Mónica, fueran también presas políticas. Porque a mi me gusta dormirme abrazada por lo menos a la Toti. A la Mónica no tanto, porque es muy gruñona. Yo nunca le pego, sobre todo para darle ese buen ejemplo a Graciela.
Ella me ha pegado pocas veces, pero cuando lo hace yo quisiera tener muchísima libertad. Cuando me pega o me rezonga yo le digo Ella, porque a ella no le gusta que la llame así. Es claro que tengo que estar muy alunada para llamarle Ella. Si por ejemplo viene mi abuelo y me pregunta dónde está tu madre, y yo le contesto Ella está en la cocina, ya todo el mundo sabe que estoy alunada, porque si no estoy alunada digo solamente Graciela está en la cocina. Mi abuelo siempre dice que yo salí la más alunada de la familia y eso a mí me deja muy contenta. A Graciela tampoco le gusta demasiado que yo la llame Graciela, pero yo la llamo así porque es un nombre lindo. Sólo cuando la quiero muchísimo, cuando la adoro y la beso y la estrujo y ella me dice ay chiquilina no me estrjes así, entonces sí la llamo mamá o mami, y Graciela se conmueve y se pone muy tiernita y me acaricia el pelo, y eso no sería así ni sería bueno si yo le dijera mamá o mami por cualquier pavada.
O sea que la libertad es una palabra enorme. Graciela dice que ser un preso político como mi papá no es ninguna vergüenza. Que casi es un orgullo. ¿Por qué casi? Es orgullo o es vergüenza. ¿Le gustaría que yo dijera que es casi vergüenza? Yo estoy orgullosa, no casi orgullosa, de mi papá, porque tuvo muchísimas ideas, tantas y tantísimas que lo metieron preso por ellas. Yo creo que ahora mi papá seguirá teniendo ideas, tremendas ideas, pero es casi seguro que no se las dice a nadie, porque si las dice, cuando salga de Libertad para vivir en libertad, lo pueden meter otra vez en Libertad. ¿Ven como es enorme?


http://www.loscuentos.net/cuentos/other/2/20/160/

 



16 may 2012

Carlos Fuentes: Muerte


Texto de Carlos Fuentes (1928-2012), incluido en su libro titulado En esto creo, del que ofrecemos un fragmento a los lectores de La Jornada, con autorización del sello editorial Alfaguara.
Muerte
Carlos Fuentes
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José Luis Cuevas, Carlos Fuentes y Gabriel Figueroa durante la filmación de Las dos Elenas, 1965Foto Rodrigo Moya
 
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Acompañado por el escritor José Emilio Pacheco y el empresario Carlos Slim, en 2011Foto Marco Peláez
 
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Con José Luis Cuevas y Víctor Flores Olea, entre otros amigos, en los años 60Foto Fundación María García y Héctor García
 

Cuando se trata de acompañar a la muerte, ¿cuál es el tiempo válido para la vida? Freud nos advierte que lo que no tiene vida existió con anterioridad a lo vivo. El fin de toda vida es la muerte, una reina todopoderosa que nos precedió y seguirá aquí cuando desaparezcamos. ¿Nos anunció antes de ser? ¿Nos recordará después de haber sido? O más bien, la nada que nos precedió y que nos seguirá, ¿sólo se vuelve consciente en tanto naturaleza, no en tanto nada, gracias a nuestro paso por la vida? La muerte espera al más valiente, al más rico, al más bello. Pero los iguala al más cobarde, al más pobre, al más feo, no en el simple hecho de morir, ni siquiera en la conciencia de la muerte, sino en la ignorancia de la muerte. Sabemos que un día vendrá, pero nunca sabemos lo que es. La esperamos con grados diferentes de aceptación, de furia, de tristeza, de cuestionamiento, de arrepentimiento, de eso que Xavier Villaurrutia llamaba nostalgia de la muerte. Hacemos el balance de nuestra vida, pero sabemos que el verdadero fiscal es la muerte y que su veredicto lo conocemos de antemano. Compañera final e inevitable. Pero ¿amiga o enemiga? Enemiga y, más que enemiga, rival, cuando nos arrebata a un ser amado. Qué injusta, qué maldita, qué cabrona es la muerte que no nos mata a nosotros, sino a los que amamos. Sin embargo, esa muerte enemiga es la que podemos vencer. A veces, en mis caminatas diarias por el viejo cementerio de Brompton en Londres, paso frente a un vasto terreno de cruces blancas. Contrastan con la elaboración suntuaria de la mayoría de los túmulos funerarios del camposanto. Son las sencillas cruces blancas de muchachos muertos en la primera guerra mundial. Leo sobrecogido las fechas de nacimiento y muerte. No he encontrado allí a un solo joven que haya rebasado los treinta años de edad. La muerte de un joven es la injusticia misma. En rebelión contra semejante crueldad, aprendemos por lo menos tres cosas. La primera es que al morir un joven, ya nada nos separa de la muerte. La segunda es saber que hay jóvenes que mueren para ser amados más. Y la tercera, que el muerto joven al que amamos está vivo porque el amor que nos unió sigue vivo en mi vida.

¿Son éstas, apenas, consolaciones? ¿Son triunfos sobre la muerte? ¿O, por el contrario, engrandecen su poder? La muerte nos dice: te engañas, lo que fue ya no es. Le respondemos: te engañamos, lo que fue no sólo sigue siendo, sino que es más que nunca. La muerte se ríe de nosotros. Nos desafía a pensar, no en la muerte del otro, sino en la propia desaparición. Nos reta a creer que la memoria de los que sobreviven será nuestra única vida más allá de la muerte. Y aunque así sea, no lo sabremos nunca. Lo cierto es que los guardianes de la memoria irán desapareciendo también, con la falsa esperanza de que siempre habrá un testigo vivo que los recuerde. La muerte se burla de nosotros: ¿recordamos a nuestros muertos más allá de la cuarta o quinta generación que nos precede? ¿Hay suficientes leyendas de familia, retratos de los ancestros, hechos memorables, que salven del olvido mortal a la inmensa legión de los antepasados? Después de todo, hay treinta fantasmas detrás de cada individuo.

Si muy pocos pueden rememorar en su genealogía a un héroe o a un genio, todos podemos acercarnos al gran acervo verbal de la muerte por vía de la palabra poética.

Nadie, para mí, se acerca más a mi propio sentimiento mortal que uno de los dos más grandes poetas del Siglo de Oro español (el otro es Góngora), Francisco de Quevedo. Evidencia de la muerte: ¡Cómo de entre mis manos te resbalas!/ ¡Oh, cómo te deslizas, edad mía! (...) ¡Oh condición mortal, oh dura suerte!/ ¡Que no puedo querer vivir mañana/ sin la pensión de procurar mi muerte! Pero evidencia, también, del amor constante más allá de la muerte: Alma a quien todo un dios prisión ha sido.../ su cuerpo dejará, no su cuidado;/ serán ceniza, mas tendrá sentido;/ polvo serán, mas polvo enamorado:
John Donne le da otro giro a la muerte temprana. La joven mujer tenía quince años, dice la Elegía, y el destino no le abrió las puertas del porvenir. Se llevó la libertad de su propia muerte, pero convirtió a cada sobreviviente en su delegado a fin de cumplir el destino que pudo ser el de ella. Victoria, así, sobre la muerte: For since death will proceed to triumph still,/ He can find nothing, after her, to kill. 

Ésta es la muerte que nos pertenece a todos. La muerte compartida de la palabra que vence a la muerte.

Permanece, sin embargo, el hecho de que, precedidos o sucedidos, olvidados o recordados, morimos solos y, radicalmente, morimos para nosotros solos. Quizás no morimos del todo para el pasado, pero ciertamente, morimos para el futuro. Quizás seamos recordados, pero nosotros mismos ya no recordaremos. Quizás muramos sabiendo todas las cosas del mundo, pero de ahora en adelante, nosotros mismos seremos cosa. Vimos y fuimos vistos por el mundo. Ahora el mundo seguirá siendo visto, pero nosotros nos habremos vuelto invisibles. Puntuales o impuntuales, vivimos de acuerdo con los horarios de la vida. Pero la muerte es el tiempo sin horas. ¿Tendré más gloria que la de imaginar que mi muerte es singular, sólo para mí, butaca preferente en el gran teatro de la eternidad?

Hay quienes esperan que la muerte los libere de su propia memoria. Muchos suicidas. Hay quienes lamentarán toda la vida (la que les resta) no haber prestado atención, no haber tendido la mano o escuchado a la persona que se fue para siempre.

Hay el silencio del amor viril que debe esperar hasta la muerte para manifestarse, diciéndole al muerto lo que jamás, por pudor, le dijimos al vivo. Tejido de pesares y arrepentimientos que son como la segunda mortaja del muerto. Y éste, ¿habrá ejercido el derecho de llevarse un secreto a la tumba? ¿No es éste uno de los grandes derechos de la vida: saber que sabemos algo que jamás diremos?

No queremos, por más negaciones y fatalidades que se acumulen sobre nuestras cabezas, por más testimonios y certezas de lo imposible que nos presente la fiscalía de la muerte, renunciar a la convicción de que la muerte no es la nada, es algo, es valiosa, aunque ella misma nos diga lo contrario. Creemos que la muerte de hoy dará presencia a la vida de ayer. Con Pascal repetimos: “Nunca digas ‘lo he perdido’. Mejor di: ‘lo he devuelto’”. Piensa que es cierto. Hay quienes mueren para ser amados más. Piensa que el muerto amado vive porque el amor que nos unió está vivo en mi vida. Piensa que sólo lo que no quiere sobrevivir a todo precio tiene la oportunidad de vivir realmente. Querer sobrevivir a todo precio es la maldición del vampiro que nos habita.

Es, también, la oportunidad erótica. En Cumbres borrascosas, Cathy y Heathcliff están unidos por una pasión que se reconoce destinada a la muerte. La sombría grandeza de Heathcliff está en que sabe que todos sus actos sociales, la venganza, el dinero, la humillación de quienes lo humillaron, el tiempo de la infancia compartido con Cathy, no regresarán. Cathy también lo sabe y por ello, porque yo soy Heathcliff, se adelanta a la única semejanza con la tierra perdida del amor original: la tierra de la muerte. Cathy muere para decirle a Heathcliff, la muerte es nuestro hogar verdadero, reúnete aquí conmigo. La muerte es el reino verdadero de Eros, donde la imaginación erótica suple las ausencias físicas, sobre toda la separación radical que es la muerte.

La muerte, dice Georges Bataille en su maravilloso ensayo sobre Cumbres borrascosas, es el origen disfrazado.

Puerto que el regreso al tiempo original del amor es imposible, la pasión de los amantes sólo puede consumarse en el tiempo eterno e inmóvil de la muerte. La muerte es un instante sin fin. ¿Por qué? Porque la muerte, radicalmente, ha renunciado al cálculo del interés. Nadie, muerto, puede decir esto me conviene o no me conviene, gano o pierdo, subo o bajo. Éste es, en Pedro Paramo de Juan Rulfo, el triunfo final del novelista sobre su propio personaje cruel, calculador y, a diferencia de Heathcliff, anclado en la inmortalidad de un amor no correspondido hacia Susana San Juan. A cambio de esta derrota, Rulfo nos introduce, junto con todo un pueblo –Comala–, a nuestra propia muerte. Gracias al novelista, hemos estado presentes en nuestra muerte. Estamos mejor preparados para entender que no existe la dualidad vida y muerte o la opción vida o muerte, sino que la muerte es parte de la vida, todo es vida. Imaginemos entonces que cada niño que nace cada minuto reencarna a cada una de las personas que mueren cada minuto. No es posible saber a quién reencarnamos porque nunca hay testigos actuales que reconozcan al ser reencarnado. Pero si hubiese un solo testigo capaz de reconocerme como el otro que fui, ¿entonces, qué? Me detiene en una calle... antes de descender de un auto o de entrar a un restorán... me toma del brazo... me obliga a participar de una vida pasada que fue la mía. Es un sobreviviente: el único capaz de saber que yo soy una reencarnación. El único capaz de decirme: –Una vida no basta. Se necesitan múltiples existencias para integrar una personalidad.

Pero si no basta una vida para cumplir todas las promesas de nuestra personalidad truncada por la muerte, ¿corremos el peligro de irnos al extremo opuesto y creer que todo es espíritu y nada materia? Eterno aquél, perecedera ésta. ¿O es que nada muere por completo, ni el espíritu ni la materia? ¿Son similares sus desarrollos? Sabemos que los pensamientos se transmiten, más allá de la muerte. ¿Pueden transmitirse, también, los cuerpos?

Las ideas nunca se realizan por completo. A veces se retraen, hibernan como algunas bestias, esperan el momento oportuno para reaparecer. El pensamiento no muere. Solo mide su tiempo. La idea que parecía muerta en un tiempo reaparece en otro. El espíritu no muere. Se traslada. Se duplica. A veces suple, e incluso, suplica. Desaparece, se le cree muerto. Reaparece. En verdad, el espíritu se está anunciando en cada palabra que pronunciamos. No hay palabra que no esté cargada de olvidos y memorias, teñida de ilusiones y fracasos. Y sin embargo, no hay palabra que no venza a la muerte porque no hay palabra que no sea portadora de una inminente renovación. La palabra lucha contra la muerte porque es inseparable de la muerte, la huerta, la anuncia, la hereda... No hay palabra que no sea portadora de una inminente resurrección. Cada palabra que decimos anuncia, simultáneamente, otra palabra que desconocemos porque la olvidamos y una palabra que desconocemos porque la deseamos. Lo mismo sucede con los cuerpos, que son materia. Toda materia contiene el aura de lo que antes fue y el aura de lo que será cuando desaparezca. Vivimos por eso una época que es la nuestra, pero somos espectro de otra época pasada y el anuncio de una época por venir. No nos desprendamos de estas promesas de la muerte.

7 may 2012

La magia de la verdad y la mentira (y de los iPods): Marco Tempest


Con tres iPods como utilería mágica, Marco Tempest nos entrega una meditación inteligente, sorprendentemente sincera acerca de la verdad y la mentira, el arte y la emoción.










 


4 may 2012

Discurso Testimonial Aniversario del CEEM por Andrea Innes

 Les comparto el discurso de nuestra querida alumna Andrea Innes:

Desde que me acuerdo, siempre eh sido la niña distraída, impulsiva, desorganizada, hiperactiva, y podría seguir con lo que alguna gente podría decir que son mis defectos. Los comentarios de mis calificaciones siempre han sido negativos, y mis papas siempre tuvieron que atender a juntas con los maestros, y algunas veces con la presencia de los directores. He ido a 3 diferentes colegios, los 3 colegios; son colegios que quiero mucho, y que eh aprendido diferentes cosas, y tenido experiencias increíbles. Cuando tenga hijos de verdad no tengo idea a colegio los inscribiría. Hasta que los conozca, hasta que sepa exactamente como son, su personalidad, hasta conocer sus cualidades y sus defectos. Para mi y para la mayoría de mis compañeros el Emmanuel Mounier fue la opción perfecta. Gracias a este colegio, mis “defectos” que mencione al principio se han vuelto parte buena de mi, y algunas veces hasta siento que son cualidades. ¿Por qué lo digo?, por como este colegio me ah enseñado controlarlos, a formarme de una manera que ningún otro colegio ah podido. Ahora, estoy por terminar, entrar a la universidad y a la carrera que yo quiero.



El Emmanuel Mounier me ah dado las herramientas que necesito para sacarme adelante académicamente. Gracias a su sistema mucho mas personalizado y la atención, el cariño, la importancia que te dan los directores, profesores, etc. Gracias por la paciencia, por su tiempo y sus consejos. Eh aprendido muchas cosas, no solo académicas, pero también eh madurado como persona y me eh vuelto mejor. Eh sido “todo lo que puedo ser”. Conocido a gente tan diferente a mi que se ah vuelto tan especial. Todo los que entramos aquí, creo que entramos con coraje, miedo y confundidos de el déficit que tenemos, pero creo que todos o por lo menos yo salgo orgullosa de este colegio, se que tengo las mismas capacidades que mis amigos y compañeros que los otros colegios y me siento segura de que si quiero me va ir excelente.



Gracias a todos los profesores, directores, y compañeros que me han ayudado, y que se han vuelto mis amigos. Este colegio tiene un lugar muy especial para mi. Estoy preparada de salir con los valores, las habilidades, y los conocimientos que se necesitan para la vida.

Andrea Innes

3 may 2012

DIscurso Conmemorativo Décimo Aniversario C. E. E. M.



Con motivo del 10º Aniversario del Centro Educativo Emmanuel Mounier, se realizó la 1er Semana de Jornadas Educativas, con diversas actividades y conferencistas reconocidos de alto nivel.
Se me concedio el honor de preparar un discurso en relación a mi estancia en ésta Institución, a continuación lo comparto:

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Miércoles 25 de abril de 2012

Discurso Testimonial
Mesa redonda exalumnos, profesores, alumnos y padres de familia.

Buenos días, sean todos bienvenidos.
Es un honor y una gran satisfacción estar nuevamente aquí con todos ustedes, todos nosotros, los que conformamos la comunidad de esta joven gran Institución Educativa, nuestro Centro Educativo Emmanuel Mounier.
Gran celebración en esta primera década de vida, con sus altibajos, pero constituyéndose, consolidándose, día con día, como una excelente alternativa educativa, para todos, tanto alumnos como profesores.
Me ha tocado estar en el colegio la mitad de su vida, y en este tiempo he vivido grandes experiencias.
Hablar de ellas es hablar y reflexionar de mi propia existencia y experiencia.
Recuerdo, que cuando entré por diversas situaciones, me encontraba en una etapa difícil y complicada a nivel personal y profesional. Conocí a Rosario, Directora General, y me brindó la posibilidad de ingresar. En el Colegio anterior, CEA, me formé como profesor y decíamos que quien pudiera dar clase ahí, podría dar en cualquier sitio, nada más alejado de la realidad. Pero, el estar acá es todo un reto, en todos los sentidos, y en ocasiones, a pesar de la experiencia, sentimos que estamos  empezando.
En un principio, como lo decía hace un momento, la adaptación fue complicada y en ocasiones difícil y dolorosa, quizá por mi propia situación personal; profesional y emocionalmente pasaba por cambios importantes en mi vida. De pronto, me veo como profesor en esta Institución y por un lado, la necesidad y por otro el reto que significaba, me hicieron, de a poco, poder entender el sistema y cambió mi perspectiva y mi visión del Colegio, es decir, me dí la oportunidad de conocer y aprender el modelo educativo y la finalidad y objetivos que se persiguen.
Durante este tiempo, cinco años, he llegado a valorar lo que representa nuestra Institución, el decir que somos una excelente alternativa para el perfil de alumnos que manejamos, es algo que no se puede soslayar. Me atrevo a  decir que nuestro sistema educativo se basa en una educación integral y personalizada, que abarca tres aspectos de la vida de nuestros alumnos:
a)  Área Académica o Educativa: Donde pretendemos que nuestros alumnos terminen su educación lo mejor preparados posible, basados en la Educación Personalizada, en las habilidades y limitantes de cada uno de nuestros alumnos.
b)  Área Social: que se fortalece en el trabajo cotidiano, en el día a día. Con base en el respeto y el trabajo colectivo.
c)  Área Emocional: Es importante el bienestar emocional de nuestros alumnos, fortaleciendo su seguridad y autoestima con base a sus propios logros, reconocerles  y hacérselos saber es nuestro deber. Considero que esto es fundamental para tener un buen desarrollo y armonía en el quehacer diario.
Es por eso que el C.E. Emmanuel Mounier ha sido una grata experiencia, es, digámoslo así, una excelente opción educativa en toda esta vorágine de escuelas que tratan de vender la idea de que son de lo mejor.
Nuestro colegio se ha ido construyendo y consolidando como una de las mejores instituciones de su tipo, es decir especializada en alumnos con Trastorno por Déficit de Atención (TDA).
Son diez años de vida en la que hemos sumado logros, generación tras generación. Donde nuestros alumnos van madurando junto con nosotros. Pero lo más importante es que van teniendo autocontrol y la madurez suficiente y necesaria para resolver los conflictos que se les llegan a presentar en su vida académica y personal.
Ahora bien, ¿qué esperamos del colegio y cómo lo vemos en los próximos  10 años?, ¿en qué aspectos debemos y tenemos qué trabajar más para fortalecer nuestros aciertos y nuestras debilidades?
El proyecto educativo del Mounier, como está
 planteado, es lo más viable en cuanto a una educación progresista (Escuela Nueva), integral y personalizada. Es un proyecto a largo plazo que rinde frutos constantes, donde cada uno de los que estamos involucrados en el quehacer educativo habrá que asumirlo con gran responsabilidad y compromiso hacia lo que sabemos hacer, que es educar y formar.
Como educadores, estamos comprometidos con el Colegio, pero lo más importante es el compromiso con nuestros alumnos, que es con ellos con quienes logramos trascender. Considero también que, lejos de ser solo transmisores de conocimiento, somos profesores que nos desarrollamos en una triple dimensión, tal vez sea el reto más importante en la educación: -somos personas, con una serie de conflictos y necesidades, y en muchas ocasiones las tenemos que dejar a un lado; -somos educadores y tratamos de tener congruencia con lo que transmitimos; y por último, somos un contenedor emocional y emotivo de nuestros alumnos, actuando de forma cercana y escuchándoles y siendo en ocasiones modelos a seguir.
Emmanuel Mounier dice que el hombre tiene una misión importante que cumplir, una vocación hacia el perfeccionamiento ya que el hombre es un ser inacabado; y es aquí donde nosotros intervenimos con nuestros jóvenes alumnos, formarles para que ellos (y nosotros, a través de ellos) alcancen la completud y la plenitud a partir del desarrollo de sus potencialidades.
Quisiera concluir mi intervención, con una última anotación: El estar todos estos años en el Colegio me ha brindado la oportunidad de aprender y conocer, tener un buen ambiente de trabajo, buenos y excelentes compañeros que de una u otra forma nos tendemos la mano y que siempre se aprende de ellos; así mismo, agradezco a todo el equipo directivo, a los integrantes del Consejo y los alumnos su gran apoyo y  confianza, que hasta en los momentos más difíciles han sido pacientes y tolerantes.
                                                                                                    
                                                                                                                         Gracias
                                                                                                                   Marco Bautista