11 ago 2009

Para entender mejor a mi hijo Adolescente.



En este artículo se plantea la relación que se da entre el joven adolescente y los padres.


PARA ENTENDER MEJOR A MI HIJO ADOLESCENTE
Marco Bautista


1La adolescencia es un periodo de contradicciones, confuso, ambivalente, doloroso, caracterizado por fricciones con el medio familiar y social, es muy perturbador para el mundo adulto, particularmente para los padres; éstos la viven sin entender del todo las reacciones que tienen los jóvenes, teniendo una actitud que en la mayoría de los casos complica más la relación padres-hijos adolescentes.
2Abarca más de una década de vida; durante la cual ocurren cambios de suma importancia antes de llegarse a la culminación representada por la edad adulta. Es turbulenta e inestable. El adolescente enriquece enormemente la organización de su ego (el yo) mediante una cantidad prodigiosa de nuevo aprendizaje, una serie de experiencias y orientaciones en rápido desplazamiento y mediante nuevas identificaciones. Canaliza o sublima sus pulsiones emocionales sin restarles vigor cuando tiene buen éxito, y sigue construyendo su organización del super-ego –a través del aprendizaje, la experiencia, la orientación y la identificación-, que le servirá como medio de exploración y evaluación, como elemento de afirmación y de crítica y como fuente semi-independiente de autoestima y auto condena.
3El adolescente experimenta nuevas e impresionantes pulsiones que lo hacen buscar actividades de diversos tipos. Aunque sigue actuando como un niño, siente la necesidad que se le trate como adulto; y aunque pide un tratamiento de adulto teme recibirlo debido a su inexperiencia. Puede parecer impulsivo e impredecible, incluso por él mismo. Resultan cambios de humor que ni él mismo puede explicar y que ninguno de quienes lo rodean entiende. Su cuerpo sigue creciendo y cambia de proporciones con mayor rapidez que con la que él puede adaptarse a ellas. En la época en que puede ser sumamente sensible en opinión ajena, su cuerpo lo hace ver ridículo y torpe.
4Con frecuencia se enfrenta a nuevas demandas sociales, sin llegar a comprender totalmente en qué consisten, por qué se le hacen y cómo podría satisfacerlas o evitarlas. La orientación, los sueños y las fantasías van cambiando progresivamente según el o la joven se van acercando anatómica, fisiológica, experimental y socialmente a la madurez sexual y social plena.
5La adolescencia suele ser pesada para los padres y para los adolescentes. Es un periodo de mal entendidos y de frustraciones mutuas. Los padres se sienten en ocasiones tratados con indiferencia, frialdad, desprecio u hostilidad por un niño al que siempre amaron y siguen amando sin egoísmo alguno. Ven que el hijo los trata con condescendencia y que ridiculiza o pone en entredicho los valores que ellos más aprecian. Un hijo en crecimiento puede ignorar a los padres, evitarlos o mirarlos con odio. Si los padres están seguros de que sus actitudes hacia el hijo y su modo de tratarlo no han cambiado, esta nueva experiencia los dejará perplejos.
6Años más tarde, después de conseguir la separación y de que el adolescente ha establecido nuevas relaciones fuera del hogar, se reconciliará plenamente con los padres e incluso volverá a amarlos, pero como un adulto que vive entre los adultos. En el momento de la separación emocional hay dolor y tristeza por ambas partes. A los padres la rebelión del hijo adolescente les parece una deserción cruel, una traición a la confianza y al amor que han dado. Al adolescente le parece un periodo de incomprensión inevitable por parte de las personas en quienes confió sin reserva en el pasado. De vez en cuando un adolescente parece llevar a cabo la separación serenamente, sin hacer sufrir a los padres.
Mayo, 2007.

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